Un gran testimonio de Consuelo Amian, tras su viaje a la India con Sociedad Geográfica de las Indias.
Un país impactante, lleno de contrastes, con una cultura ancestral y una profundidad religiosa con sus formas, ritos y costumbres cuyos seguidores veneran y respetan con toda rigurosidad. Nada mas dejar el aeropuerto y adentrarte en la ciudad empiezas a conocer la idiosincracia de un país superpoblado. En la vieja Delhi el tráfico se hace aún más caótico donde impera la ley del más fuerte o temerario y donde además dentro de ese caos también deambulan las vacas (animal sagrado) a su libre albedrío. Montadas en los rickshaw creímos morir en India, donde esta experiencia tan fuerte contrastaba con la pasividad de sus gentes y el colorido de sus tenderetes, flores, y los saris de la mujer india que sabe lucir tan digna y elegante.
En Varanasi atravesada por el Ganges (también sagrado) toda la vida religiosa transcurre a la orilla del río. Aquella noche presenciamos una ceremonia que se oficia cada día donde los bramanes recitan sus mantras al son de música, incienso y danzas, a su vez portan grandes candelabros con antorchas encendidas y hermosas plumas. Todo dentro de un gran respeto y rico colorido.
En la mañana bajamos nuevamente al río para desde una barquita ver el amanecer entre la bruma mientras ofrendábamos nuestras velitas al Ganges. Las orillas de este empezaron a llenarse de gente que se introducían en el agua para sus abluciones y rezos mientras a lo lejos se veía el humo de los crematorios cuyas cenizas serían esparcidas en él agua. Morir en Varanasi es un privilegio por ser ciudad sagrada.
Nos han llamado la atención los grandes contrastes de un país que posee la bomba atómica, pionero en tecnología y donde todavía no exista un servicio de limpieza adecuado a los tiempos.
El olor y la contaminación son nota predominante en todo el país.
¡¡¡ Taj Mahal !!! El broche de oro de nuestro viaje a la India. Todo un halo de espiritualidad envuelve el ambiente, a su vez el Mausoleo parece emerger lo cual lo hace aún más etéreo. Bellísimo, con una simetría perfecta y un mármol de un blanco casi transparente, una obra que bien merece el título de «Maravilla del mundo» y donde parece reflejarse todo el amor que fue el artífice de su construcción.
Además del Taj Mahal, India cuenta también con una variedad de Palacios o Fuertes construidos en sus ciudades imperiales de mármol rojo tan característico de la tierra. Todos ellos inmensos con profusión de patios y estancias cuyos artesonados y labrado del mármol son auténticas filigranas. Los hemos disfrutado y nuestros hoteles, algunos Palacios de antiguos maharajás, también nos parecían verdaderos oasis en contraste con la suciedad de las calles. La amabilidad de su personal y belleza de sus estancias nos hacían descansar plácidamente después de las duras jornadas de turismo.
He de resaltar que la organización del viaje a la India con Sociedad Geográfica de las Indias para nuestro grupo de cinco personas, ha sido perfecta. Hemos podido cambiar programas y horarios, hemos elegido restaurantes, aunque esta faceta del viaje no la hemos disfrutado tanto; su alimentación no nos ha parecido variada, si sus guarniciones y salsas, donde la profusión de picante con que aderezan «todo» nos ha resultado a veces incomible.
Por último los transportes interiores así como la comodidad de tener siempre a la puerta nuestro exclusivo vehículo con conductor y ayudante, amabilísimos, ha sido una gozada. Y que decir de nuestro súper guía en India; un diez para Ankit por sus conocimientos y simpatía, hemos aprendido con sus speech de la cultura y costumbres de un país lleno de contrastes, colorido y respetuosidad.
Gracias a Sociedad Geográfica de las Indias hemos disfrutado de un viaje tan distinto y tan especial.
Consuelo Amian