En un país como India en donde existen hasta 300 millones de dioses diferentes, encontrar una deidad para cada deseo es totalmente posible. Para ejemplo, el curioso templo de Hyderabad que atrae a miles de peregrinos anuales con una característica en común: todos llevan un pasaporte en el bolsillo. ¡Bienvenidos al Visa Balaji Temple!
Escrito por: Alberto Piernas
Exterior del colorido Visa Balaji Temple. © saikumarpavarvathqui
En 1980, un grupo de estudiantes indios de ingeniería informática trataron de solicitar un visado de trabajo para Estados Unidos. Sin embargo, tras diferentes negativas, la desesperación se apoderó de ellos llevándoles a tomar una decisión que cambiaría su vida para siempre. Fue así como terminaron entrando en el conocido como Chilkur Balaji Temple, un templo pequeñito y colorido erigido en el siglo XVII junto al lago Osman Sagar, no lejos de la ciudad de Hyderabad.
Dedicado a Lord Balaji, un avatar del dios Vishnu, el templo se convirtió en destino de unos estudiantes que, tras dar 11 vueltas al interior del mismo (1 cuerpo, 1 alma), vieron sus plegarias cumplidas. Tras conocer la noticia, regresaron al templo para dar otras 108 vueltas al recinto (en este caso, el 1 representa la existencia de un solo dios, el 0 el punto de partida de la creación y el 8 el número de meses que el ser humano tarda en llegar al universo).
Los aviones no faltan en el interior del templo. © Nihal Singh
Tras el triunfo de aquel grupo de jóvenes, el rumor acerca del potencial de templo se extendió por toda India. Este fue el germen del Visa Chilkur Balaji Temple, también conocido como Visa Bajali Temple en referencia a su principal motivo de devoción: la concesión de un visado para todo aquel individuo que busque salir de India en busca de nuevas oportunidades, especialmente a Estados Unidos. Tanto, que actualmente hasta 75.000 peregrinos visitan semanalmente el templo, si bien durante los fines de semana el número aumenta de forma considerable.
Una visita que arroja la norma de llevar siempre consigo un pasaporte en el bolsillo además de los rituales de 11 y 108 vuelas en el recinto (en el caso de este último, se suele ofrecer una lista al visitante para que vaya tachando los 108 números en función de las vueltas dadas).
El templo no solo no acepta dinero de los devotos, sino que también está libre del control gubernamental y ciertas medidas clasistas, como la ausencia de una sala VIP presente en otros templos de India.
Una fe que alimenta un templo en cuyos alrededores es común ver diferentes puestos con aviones de juguete además de un interior donde las maqueta se entremezclan con ofrendas de incienso y flores de caléndula entre las que asoma la presencia de un pasaporte.
Un curioso templo que también cuenta con otros «primos hermanos» como el Visa Wale Bajrangbali, en New Delhi, o el Khadia Hanuman de Ahmedabad. En el caso de este segundo, se cree que el Dios Mono que una vez voló al reino de Lanka es también el apropiado a la hora de conceder visas.
Como puedes comprobar, nada es imposible en un país, India, cuyo destino gira, en la gran mayoría de ocasiones, alrededor de una fe infinita.
Aunque tú no necesites rezar por una visa, ¿te gustaría visitar este templo durante tu viaje a India?