En un mundo donde las prisas, el stress, las preocupaciones y los miedos están a la orden del día, el tener la posibilidad de escuchar a una persona que sólo con su tono de voz y sus palabras es capaz de proporcionar un poco de paz, es un privilegio al que no muchos tienen acceso… Si esa persona resulta que además es el Dalai Lama, la ocasión se convierte en un doble privilegio…
No importan las creencias o no creencias de cada uno, el Dalai habla para todos, acoge a todos y hace sus palabras asequibles y adaptables a cualquiera que le escucha.
El 9 de enero en el Modern School de Delhi, se celebró el 30 aniversario de la inauguración del “Tushita Mahayana Center”, centro de meditación y estudios budistas.
Fue para conmemorar esta ocasión que alrededor de 1.000 personas (lo digo a ojo, no tengo cifras) acudimos a escuchar a un Dalai Lama pequeño, sonriente y derrochador de bondad y buen humor con sus palabras y sus gestos.
El día era de un frío intenso (algo atípico en Delhi) pero ni las frías temperaturas impidieron que gente de todas las nacionalidades, razas, colores y edades acudieran al auditorium para verle y escucharle.
La sala estaba llena, unas pocas sillas en los laterales ofrecían asiento a los más mayores o a los menos habituados a sentarse en el suelo. El resto del pavimento estaba cubierto por grandes mantas y encima de ellas sábanas blancas donde nos íbamos acomodando cada uno al llegar, intentando encontrar una postura cómoda y que a la vez no molestara al de al lado.
En las invitaciones se nos pedía, además de no llevar cámaras, ni móviles, ni bolsos, ni niños menores de 12 años (los niños aparecían incluidos en la misma categoría que el resto de los objetos prohibidos). También pedían que todo el mundo estuviera ya sentado a las 2,30 pm, ya que la charla comenzaría a las 3 en punto.
He de decir que así como de las primeras prohibiciones no se respetó ninguna (los móviles sonaban al mismo volumen casi que el llanto de los bebés aburridos o congelados de frío), sin embargo la puntualidad del Dalai Lama fue exquisita.
A las 3 en punto hizo su aparición con una gran y calurosa sonrisa inversamente proporcional al abrigo de sus ropas. Todo el auditórium se puso en pie. El Dalai fue saludando desde el estrado con una inclinación de cabeza y con las palmas de sus manos unidas, primero mirando a la izquierda, luego al centro y después a la derecha de la sala. La gente respondía con el mismo saludo pero el silencio era absoluto.
Una vez que el Dalia Lama se hubo sentado (ayudado levemente por su traductor, ya que todo hay que decirlo pero el ingles del Dalai Lama es bastante escaso, lo que fue objeto de sus propias bromas)… Como digo una vez se sentó él, lo hicimos todos los demás.
Sentada en mi posición de loto, a medio camino entre el estrado y la puerta de entrada, podía observar las cabezas delante de mí: diferentes tamaños, diferentes colores de pelo, diferentes estilos, así como los gestos de aquellos más cercanos a mí. Las formas de sentarse denotaban claramente el grado de costumbre de cada uno.
Algunos seguían haciendo reverencias e inclinaciones de cabeza de forma muy discreta, otros sacaban cuadernos y lápices dispuestos a tomar notas, otros sacaban las cámaras y móviles prohibidos y hacían fotografías… Lo siento, yo, respetuosa de las normas, no llevé nada de eso, ¡por lo que no puedo ahora ofreceros una imagen de lo que vi, más allá de estas descripciones!…
El Dalai Lama nos comenzó a hablar sobre los “Diferentes niveles de Felicidad”, como bien se especificaba en las invitaciones.
Casi cada una de sus frases iba acompañada de ejemplos y anécdotas de sus viajes, de su infancia, de su vida… Conceptos complejos explicados de forma sencilla.
El Dalai explicó que existe una felicidad “física” que es la que nos proporcionan las «cosas exteriores a nosotros mismos»: un nuevo coche, un móvil mejor, una buena comida… y que por ello mismo es del todo perecedera.
Pero que también existe la felicidad “interior”, la que se produce en nuestras mentes y que nos permite alcanzar un nivel de paz y felicidad que será indefinida y aumentará en la medida en que la sigamos cultivando.
Recuerdo algo más: también nos dijo que así como nuestros cuerpos físicos siguen una evolución que ni con el mayor de los esfuerzos podremos evitar (infancia, adolescencia, juventud, madurez, vejez y muerte), la evolución de nuestras mentes es totalmente inversa, es decir, a mayor esfuerzo para entrenarla, mayores resultados, y en base a esto nos urgió a todos los presentes a “entrenar nuestra mente” para ser felices, porque el conseguir la felicidad interior nos llevará a conseguir la felicidad física, pero nunca ocurrirá al contrario.
El estar en paz con uno mismo, que es un proceso puramente interior, sería la clave para alcanzar la verdadera felicidad de cada uno y de los demás que se cruzan en nuestros caminos.
El Dalai Lama habló de todo esto extensamente, adornándolo con anécdotas y risas contagiosas. Me sorprendió cuánto y qué a gusto se reía. A veces era como una risa para sus adentros que no podía evitar que se oyera, otras veces era profunda y sonora, y otras como la de un niño travieso pillado en una falta. Pero eso sí, cualquiera de ellas, sinceras y profundamente contagiosas.
La charla duró aproximadamente una hora y media y luego pasamos al turno de preguntas. Creo que si no hubiera sido por el frío intenso que me calaba los huesos y por el anquilosamiento de mis pies, que no podía ya ni sentir, habría podido quedarme aún muchas horas más escuchando a ese señor pequeño, de apariencia frágil, con risa de Papa Noel y ropas de mendigo para contagiarme de su paz y su calor.
No importa la fe de cada uno, el escuchar a alguien que no sólo habla de bondad, paz y amor, sino que los emana, es siempre una experiencia única y enriquecedora ¡y por ello he querido contárosla!
Mas información:
– www.dalailama.com
– Introducción al budismo.
—
Sobre la autora: María José Morales y su familia viven en India desde 2009. Suele decir que lleva 20 años aprendiendo y que le encanta hacerlo. En este blog ofrece su particular forma de ver las cosas desde dentro, como mujer, española, trabajadora y madre de 3 hijos deseando y dispuesta a hacer de India su nuevo hogar. Para más información: [Quiénes somos]
SIN DUDA, EL AMOR, LA FELICIDAD, LA PAZ……
ESTÁN POR ENCIMA DE TODA CREENCIA
Muchas gracias María José por compartir estas experiencias tan interesantes.
De verdad me hubiera gustado estar allí también.
No dejes de contarnos tus vivencias en India :-)
Abrazos desde Madrid
¡Qué bien! Acabo de meterme en Facebook después de varios días, y es un gusto empezar así… Ya echaba de menos tus artículos !!
Que gran experiencia¡¡¡ Te envidio…