Considerado como uno de los principales impulsores de la arquitectura moderna del siglo XX, Le Corbusier y su influencia llegaron hasta India en los años 50. Sin embargo, la labor del maestro franco suizo aún desata hoy tantas pasiones como rechazo. Seguimos los pasos de Le Corbusier en India.
Escrito por: Alberto Piernas
Chandigarh: India, según Le Corbusier
Nacido como Charles-Édouard Jeanneret-Gris, Le Corbusier (1887-1965) fue uno de los grandes exponentes de la arquitectura moderna del siglo XX. Las nuevas tecnologías derivadas del uso de hormigón armado serían clave para reinventar el mapa arquitectónico del momento a través de edificios y viviendas amparadas por los «cinco puntos para una nueva arquitectura» establecidos por el arquitecto:
- Una planta baja que pertenece al automóvil.
- La planta libre a partir de una estructura independiente.
- La fachada de libre composición
- La ventana alargada como nexo de armonía con el exterior.
- La terraza-jardín.
Estos parámetros darían como resultado un conjunto de estructuras y renovaciones que llevarían la influencia de Le Corbusier a países como Bélgica, Francia, Japón y, sí, también India. La aportación del arquitecto al país del Taj Mahal tendría lugar en un momento de especial cambio para la nación india como fue su estado de independencia en 1947. El encargo a Le Corbusier consistía en una nueva ciudad que simbolizara esa motivación de cambio a través de un movimiento transgresor, y el resultado fue Chandigarh, en el estado de Punjab.
En un país cuya herencia arquitectónica bebía del poso histórico y exuberante como pocos otros lugares del mundo, la llegada de Le Corbusier supuso lo más similar al aterrizaje de una nave espacial. Un proyecto concebido como icono de libertad frente al colonialismo que había doblegado al país durante los últimos tiempos a través de diferentes estructuras y edificios.
En la mente de Le Corbusier, Chandigarh sería concebida como un cuerpo humano: la zona industrial como vísceras, el centro capitalino como corazón y las zonas ajardinadas evocando los pulmones de una sociedad verde y sostenible cuya sombra es hoy más alargada que nunca.
Chandigarh: la ciudad utopía
Uno de los monumentos más icónicos de Chandigarh es el Monumento de la Palma de la Mano. Con una altura de 26 metros, esta escultura fue un regalo del arquitecto a la ciudad y significa «la mano que da y la mano que toma; la paz y prosperidad, y la unidad de la humanidad».
Un coche aparcado en la planta baja de la Facultad de Arquitectura de Chandigarh. Barcas de recreo a modo de acuarela cosmopolita sobre el lago Sukhna, creado de forma artificial en 1958. El centro de estudiantes, inaugurado en 1975, similar a un hongo de sabiduría. Los setos tallados en forma de animales y bailarines. Una Asamblea Legislativa inspirada en los cuernos de un toro, o los símbolos consultados al Primer Ministro de la India, Jawaharlal Nehru, quien dio vía libre al arquitecto consciente del cambio que India experimentaba a través de nuevas líneas.
Sin embargo, la joya de la corona sería el edificio de la Corte Suprema. Una estructura cuya fachada se asemeja a una gran estantería concebida a modo de barrera para proteger el edificio del sol y el viento.
Fue así como Le Corbusier diseñó su visión de una India que abrazaba la modernidad y el cambio a través del imaginario universal. O, cómo bien dejó plasmado el arquitecto a uno de sus trabajadores a través de un dibujo, India estaba conformada de dos líneas paralelas y su aportación era la verdad, como un río fluyendo sin tocar ninguna de las orillas.
A pesar del deterioro de las estructuras actuales, Chandigarh permanece como una bizarra utopía en el tiempo que sigue dividiendo a la población de India.
La herencia de Le Corbusier en India
El 15 de marzo de 2016, parte de la «Obra arquitectónica de Le Corbusier y su contribución excepcional al Movimiento Moderno» fue inscrita como Patrimonio de la Humanidad en la categoría de bien cultural, englobando el trabajo del arquitecto en Alemania, Argentina, Bélgica, Francia, India, Japón y Suiza.
Sin embargo, en la nación india todavía existen muchos detractores de la obra de Le Corbusier, afirmando que el arquitecto no supo comprender la esencia del país: «Aún tenemos mucho trabajo por hacer», contaba Deepika Gandhi, directora del Centro Le Corbusier de Chandigarh, a la agencia Efe. «Lo más gracioso que puedes escuchar es que Chandigarh no es una ciudad india. Pero una ciudad india no necesita ser caos, ruido y anarquía, también puede ser orden».
Visitar Chandigarh supone hoy cambiar de casilla, adentrarse en un cuento llegado de otra dimensión, como la morada de un dios que no entra en los anales de la fe hindú. Una ciudad que reinventó las normas establecidas para dotar de nuevas orientaciones y líneas el tapiz exuberante de un país que necesitaba un motivo más evidente para sumarse al resto del mundo. ¿El pilar común? La importancia de la naturaleza en la vida a través de la arquitectura. Y por muchos detractores, no puede existir una verdad tan necesaria como esa.
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