Los viajeros Juan Carlos, Isabel Dolores, Juanjo, María Pilar y María de la Concepción pasaron dos semanas en Sri Lanka y nos comparten todas sus reflexiones y experiencias en la antigua Ceilán.
Hay una cita anónima que dice «los caminos son más cortos cuando los recorremos con amigos«. Una frase que resuena en todos aquellos momentos que disfrutamos con nuestras amistades, especialmente cuando hablamos de un viaje. O mejor: un viaje entre playas de cuento, aventuras compartidas y recuerdos que quedarán grabados en la memoria colectiva para siempre.
Este ha sido el caso de los cinco viajeros que decidieron aventurarse dos semanas en Sri Lanka de la mano de Sociedad Geográfica de las Indias. Una experiencia reflejada en las fotografías de Juanjo, el contraste de sus gentes, hoteles Gran Lujo donde «podríamos quedarnos a vivir» y lugares que confirman por qué viajar a la «isla de las serendipias» siempre es una buena idea.
Así ha sido el viaje de Juan Carlos, Isabel Dolores, Juanjo, María Pilar y María de la Concepción, ilustrados con sus mejores videos y fotografías.
La amistad se mide mejor en momentos viajeros
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«Ha sido un viaje en el que poder compaginar naturaleza, cultura y sociedad. Sus bosques, lagos, selva y fauna para patearlos, navegarlos y disfrutar de esa paz que transmiten. Fauna salvaje a raudales. El respeto de sus distintas opciones religiosas, los templos, palacios y cultura desconocida para los occidentales crean un ambiente místico», nos cuenta el grupo, el cual ha disfrutado de dos semanas en los grandes emblemas de Sri Lanka.
Su llegada a Colombo ya fue toda una experiencia: «Colombo tiene el contraste de la urbe moderna del siglo XXI, pero a la par un centro de descontrol, su maravillosa mezquita y el caos a todo su alrededor.
Desde la fragante capital de Sri Lanka, se sumergieron en un Triángulo Cultural imperdible lleno de antiguas capitales, cuevas budistas e iconos como la roca de Sigiriya. Todo ello, con Jetwing Lake 5*, uno de los mejores hoteles de Sri Lanka, como punto base antes de llegar a Kandy, la Ciudad Santa de Sri Lanka.
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«Kandy con el templo del diente de Buda, su lago artificial y sus bulliciosas calles y mercado merecen una vista pero, eso sí, aguanta el estómago en el mercado en la zona de carnicería con sus cuervos negros alertas a todo lo que se cae al suelo», añaden.
Desde Kandy, el grupo se embarcó en una de las rutas en tren más míticas del mundo hasta alcanzar la exuberante zona de Nuwara Eliya, considerada como «país del té», para después descender al mítico sur de la isla. Es aquí donde confluyen la naturaleza de parques nacionales como Yala y playas como Weligama Bay, en Mirissa.
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Una travesía por nuevos verdes, playas mágicas y una fauna y flora que despliega leopardos en plena siesta, elefantes y mucho más: «Hemos descubierto playas inmensas llenas de surfistas y barcos de pesca con sus pescadores arreglando barcos y enseres, haciéndose a al océano por las tardes y regresando al amanecer».
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Una ruta que se extendía hasta la zona de Galle, antigua ciudad colonial y bastión imperdible de la costa sur: «Galle es una ciudad colonial digna de visitar y vivir unos días. El caos de sus ciudades y carreteras o la pobreza extrema te hacen reflexionar sobre el mundo en que vivimos ante el contraste del lujo de los hoteles o de su ciudad moderna en Colombo.»
Galle es también famosa por ser un crisol de culturas donde las influencias europeas y locales dibujan un mapa gastronómico único: «sus comidas especiadas, el pescado fresco y sus variadísimas frutas y verduras te deleitan el paladar, sobre todo a los que nos gusta probarlo todo.»
El grupo revela también la fascinación por ese «caos de tráfico, motos, bicicletas, tuk tuks, peatones, perros, vacas o elefantes en mitad de las carreteras hacen que los adelantamientos o el simple hecho de cruzar una calle, sean propios de videojuegos temerarios. Sin embargo, a pesar de todo ese caos, de esas limitaciones, hay algo que destacar, y es la amabilidad y la sonrisa de sus gentes. Desde los niños a los ancianos te devuelven una sonrisa con una mirada brillante y sincera.»
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Solo entonces, cuando las sonrisas permanecen a pesar de modos de vida diferentes, cabe hacerse la gran pregunta que nos formula este grupo de amigos: «Y te preguntas si tienes derecho a juzgar y comparar ese modo de vida, ¿Quiénes somos los equivocados?«.
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En cualquier caso, todos coinciden en que la sonrisa mueve el mundo, y descubrirlo con tus mejores amigos no solo convierte un viaje en algo compartido, sino también eterno.
¿Os gustaría regalaros un viaje a Sri Lanka inolvidable?