Escrito por: Tania Rodríguez
Dicen que un demonio gobernó aquellas tierras. Su nombre era Mahisha, palabra de la que proviene Mysore, nuestro próximo destino: una ciudad situada al sur de la India en la que las edificaciones palaciegas y los templos se suceden en recuerdo del esplendor de antaño y sus fastuosos marajás.
Mysore se encuentra en el estado de Karnataka, a poco más de 145 kilómetros al suroeste de Bangalore, la capital de la región. Muchos la consideran la segunda ciudad más limpia del país, otros tantos, la capital de los palacios, en la que majestuosidad y color se aúnan dando como resultado una urbe señorial que parece sacada del cuento de las Mil y una Noches.
En pleno centro de Mysore se erige su Palacio Real, una titánica edificación realizada en granito con tres pisos de altura y de aire indo-sarraceno, un estilo liderado por los arquitectos británicos que habitaron la entonces colonia anglosajona durante el siglo XIX.
El palacio tal y como hoy lo conocemos data de 1897, si bien, se amplió en varias ocasiones hasta alcanzar sus dimensiones actuales. En su momento fue la residencia oficial del marajá y su séquito, ahora se ha convertido en el emblema más destacado y mediático de la ciudad, gracias no solo a sus colosales dimensiones y a sus lujosas salas –entre ellas la de armamento que cuenta con más de 700 armas-, sino también a su hermoso jardín y a la iluminación exterior, compuesta por cerca de cien mil bombillas que alumbran el palacio durante media hora todos los fines de semana y días festivos. Tras el Taj Mahal es el palacio más visitado de la India, al que cada año acuden casi 3 millones de turistas.
El Jaganmohan Palace (1861) es otro de los enclaves palaciegos de interés en la ciudad. Construido inicialmente como residencia alternativa para la realeza, actualmente acoge una amplia y ecléctica galería de arte en la que se hallan desde miles de muestras pictóricas de la cultura india -incluyendo a artistas destacados como Raja Ravi Varma- hasta instrumentos musicales pertenecientes a la familia real Wodeyar o muestras del arte japonés.
Siguiendo la ruta de los palacios de Mysore, nos topamos con el Lalitha Mahal (1921), el segundo en importancia de la ciudad, convertido en hotel de lujo en 1974. Este edificio de riguroso blanco se sitúa a las afueras de la localidad, bajo las colinas Chamundi en las que se encuentra el llamativo templo Chamundeshwari, cuya torre alcanza los 40 metros de altura. El palacio fue construido a propósito de la visita del virrey de la India a la región, siguiendo las líneas arquitectónicas de la Catedral londinense de San Pablo.
También en esta zona se halla el Rajendra Vilas, el que fuera el Palacio de Verano de la realeza, acabado de construir en 1938 debido a problemas financieros que evitaron que adquiriese la fastuosa forma con la que fue concebido.
Otros de los conjuntos palaciegos de Mysore son el Jayalakshmi Vilas, hoy sede de su Universidad, y el Janata Bazaar, cercano al Palacio Real de la ciudad y del que apenas quedan en pie sus ruinas, representativas de la gloria de aquellos tiempos en los que los marajás soñaban con ser dioses.