Escrito por: Enric Donate
Fascinante. Es la única palabra que puede calificar la creencia nepalí en las diosas vivientes. Conocidas como «kumaris», las jóvenes son elegidas de niñas y tienen la consideración hasta la primera menstruación. Las luces y sombras del proceso de elección y la vida de estas chicas obligadas a recluirse, pero a la vez más poderosas que el propio rey, ha sido objeto de controversia y de múltiples miradas tanto artísticas como historiográficas.
No se puede nacer kumari y es casi imposible morir kumari. Varias ciudades en Nepal cuentan con una chica elegida como diosa viviente, aunque la más famosa sigue siendo la Kumari de Kathmandú que reside en la Kumari Ghar cerca del palacio real en Durbar Square. La diosa viviente de la capital se elige entre las niñas de la casta shakya que viven en la ciudad. Debe tener ciertas cualidades y una carta astral adecuada y entre las pruebas que debe pasar debe demostrar su coraje, ya que se la considera encarnación de la diosa Taleju, la forma nepalí de Durga.
Durante los años de dividinidad, solo podrá comer alimentos puros y saldrá de su residencia de forma esporádica para las procesiones del festival de Indra Jatra. Durante este tiempo su familia la puede visitar en el Kumari Ghar, aunque la deberán tratar como la diosa que es. En tiempos de la monarquía, el mismo rey venía a recibir las bendiciones de esta niña que debe vivir recluida en un hermoso edificio del siglo XVIII con espléndidos labrados en madera.
La polémica ha acompañado la vida de estas niñas. Muchas de ellas vivían el estigma de haber sido divinidades vivientes una vez abandonaban el cargo, tras la primera menstruación o una pérdida importante de sangre. Tras dejar la Kumari Ghar muchas tenían dificultades para reintegrarse en sus familias, encontrar un trabajo o incluso para casarse. La pingüe pensión mensual pagada por el gobierno no les permitía más que subsistir de manera humilde el resto de su vida. Tras la caída de la monarquía, el nuevo régimen de Nepal ha tomado riendas en el asunto. Se están introduciendo cambios para que las niñas puedan continuar con su escolarización y limitar la reclusión y la desconexión con la sociedad. Asimismo, se va desdibujando el vínculo que la kumari de Kathmandú había tenido con la monarquía.
Una visita a la Kumari Ghar es una experiencia obligada para aquellos que visitan Kathmandú. Los visitantes acuden con la esperanza de llevarse al menos un vistazo de la diosa que de tanto en cuanto y con un gran revuelo en el patio, se asomaba al balcón de su residencia. Todavía hoy está prohibido fotografiar a la kumari en la Kumari Ghar, aunque es fácil encontrar material gráfico de las niñas en todo Nepal. También existe una película que ha dado la vuelta al mundo, y hay varias obras biográficas y de ficción sobre las kumaris al alcance en cualquier librería de Kathmandú.