Escrito por: Javier Galán
Viajar a Jaipur para sentirse un maharajá a lomos de un elefante en Amber Fort… La visita al palacio fortificado de Amber tiene todos los ingredientes para ser la atracción más popular de la llamada Ciudad Rosa.
Rudyard Kipling dijo una vez: “Dios creó a los maharajás para dar un espectáculo al mundo”. Pues bien, hay pocos lugares en la India donde esta afirmación tenga tanto sentido como en el palacio fortificado de Amber, a 11 kilómetros de Jaipur. Este imponente complejo palaciego hecho de arenisca roja y mármol blanco se erigió como capital del estado de Jaipur hace cinco siglos, y hoy reina con todo su esplendor fantasmal en lo alto de una escarpada colina. Y llegar a lo alto de esa colina es toda una experiencia en sí misma, porque el recorrido es espectacular y se hace a lomos de un elefante.
El mejor momento para realizar esta ruta es al amanecer, y no solo porque se evitan largas colas y tumulto de turistas; a esa hora, la luz del alba se refleja en el lago Maotha y en las paredes de la antiquísima fortaleza y su muralla, creando una atmósfera mágica. Y ser uno de los primeros del día en cruzar la puerta Suraj Pol y entrar en la amplia plaza ajardinada hace sentir al visitante como un auténtico maharajá. El elefante, engalanado y con la trompa pintada, sube a lo alto de la colina por una rampa especial, en un trayecto que dura unos 20 minutos.
Amber Fort descansa sobre las ruinas de un templo dedicado al sol que data del año 955. El complejo actual comenzó a construirse en 1592 con la idea de crear un palacio para el Rash dentro de la misma fortaleza. Hoy, el visitante distingue entre el Jaigarth Fort, o fuerte original, y el palacio de Amber, ambas estructuras conectadas por pasadizos y patios dignos de explorar durante toda la jornada. La visita al sensacional complejo se aprovecha más con un guía acompañante, ya que los siglos que aguantan estas ruinas sobre sí mismas se comprenden mejor con las explicaciones detalladas y las anécdotas que ofrece un experto acompañante.
Desde la entrada, subiendo por una estrecha escalera, se llega a una puerta de plata que da acceso al templo de Kali, donde se sacrificó una cabra al día desde el siglo XVI hasta hace escasos 30 años. Desde allí se accede a los apartamentos del marajá, en la planta superior y con unas vistas privilegiadas. Las delicadas labores de restauración llevadas a cabo en este palacio fortificado hacen que mármoles, mosaicos y esculturas luzcan como en sus mejores tiempos. Otra visita obligada es el vestíbulo de los espejos, una amplia estancia donde la llama de una sola vela iluminaba toda la habitación.
Al cerrarse las puertas del complejo y ponerse el sol, el visitante puede escoger entre regresar al llano a pie o en todoterreno. El palacio-fortaleza de Amber se integra de tal forma en las montañas de la zona que resulta difícil imaginar una mejor posición defensiva. O un mejor atardecer.