Escrito por: Esther Pardo
¿Quieres ser testigo de una de las artes milenarias más legendarias de Oriente? Acércate a India y descubre el Kalarippayatu, considerada la más antigua de las artes marciales y cuyo centro neurálgico es Kerala. Mucho más que un sistema de lucha organizado en técnicas, las artes marciales en India son todo un espectáculo.
Los indios afirman que lo que no está en el Mahabharata, no está en el mundo. Y es en esta epopeya escrita a lo largo de un milenio, en la que se hace patente la importancia de la lucha. Porque a pesar de considerarse a China o Japón como los centros y principales exportadores de artes marciales, es el subcontinente indio en el que parece que surgieron algunas de las manifestaciones más tempranas de las luchas, que entonces salvaban y quitaban vidas, y que ahora se han mantenido como manifestaciones culturales, como es el caso del Kalarippayat, en el suroeste del país.
Basada en el código de combate de las dinastías tamiles (quienes más perfeccionaron esta técnica durante el primer milenio debido a sus constantes enfrentamientos por tratar de dominar el territorio), e inspirado en las majestuosas formas de ataque de animales como el tigre, el león, la serpiente o el elefante, la lucha se traduce en 400 llaves, muchas de ellas acrobáticas en las que el guerrero parece volar.
En esta disciplina que, entre los siglos XIII y XVI fue obligatoria en la formación de todos los varones mayores de siete años, se aúna la parte física con la mental y espiritual. Para ello, el luchador debe trabajar su flexibilidad, su musculatura (los masajes son decisivos para este propósito) y la coordinación en el manejo de armas como el escudo con el puñal o el sable, hasta considerarlas como una extensión del propio cuerpo. También deben conocer a la perfección el cuerpo humano, para determinar dónde dar los golpes y la consecuencia de los mismos.
El gobierno británico ante el temor a sublevaciones, controló exhaustivamente el uso de armas e intentó eliminar por completo este arte, que tuvo que mantenerse en la clandestinidad. No obstante, tras el advenimiento de la India libre, y gracias al esfuerzo de los maestros que siguieron enseñándolo, persistió integrado en la cultura del sur, aunque se transformó su sentido, pasando de ser un combate mortal a una forma de autoexpresión en danza, teatro (Kathakali y Theyyam), o, incluso, formar parte de coreografías de películas.
Contemplar en acción a los luchadores en su campo de batalla, el kalari, es uno de los muchos disfrutes que ofrece la región de Kerala. El ritual empieza con la entrada, siempre por el este del espacio, de los dos combatientes, ambos con los pies y el torso desnudos. Una vez dentro del kalari, y ante la presencia de los siete escalones que simbolizan las cualidades que todos ellos deben tener (fuerza, la paciencia, el poder de mando, la postura, la formación, la expresión y el sonido)… ¡empieza el espectáculo!