La antigua Ruta de las Indias

Las historias y leyendas de Simbad el Marino o Marco Polo nos hablan puertos exóticos, comerciantes de extrañas lenguas y barcos que regresan repletos de canela, anís, jengibre, clavo o perejil. Son cuentos que hacen soñar con el lejano oriente, con noches estrelladas de olores intensos, con bandidos y piratas, islas sin nombre, tribus extrañas; aventuras e historias contadas a la luz de las velas.

Imaginemos el mundo cuando no había trenes o aviones. Cuando todo el comercio se realizaba en barcos y en magníficas caravanas que cruzaban enormes extensiones, a veces entre continentes.
Así era la Ruta de las Especias, que desde el siglo VII, gracias a los intermediarios árabes, permitió descubrir productos exóticos para los paladares europeos. De hecho, se suele decir que fue gracias a las especias que India y Europa se encontraron, lo que dio paso a un fructífero comercio de todo tipo.

La ruta de las Especias.

Ruta de las especias
Todo empezaba en las Indias Orientales, en Ceilán, Sumatra o Java, donde se recolectaba clavo, pimienta o nuez moscada y se transportaban hasta la bahía de Bengala.
La ruta atravesaba India o la bordeaba hasta el oeste, nutriéndose de nuevos ingredientes, hasta las costas de Kerala, donde mercaderes árabes iniciaban la ruta hacia occidente.

El camino desde aquí se realizaba al principio en barcos que atravesaban el Océano Índico. Antes de llegar a los puertos del Mediterráneo la ruta seguía dos caminos: uno que llegaba Damasco o Constantinopla, a través del Golfo Pérsico; y otra cruzando el Mar Rojo para llegar a Egipto cruzando el Nilo. Y después en barco, hasta los puertos romanos primero y hasta Venecia o Génova después.

Sin embargo, tras la invasión musulmana del Indostán y la unificación de toda la zona con la llegada del Imperio Mogol, se desarrollaron rutas de caravanas que sustituyeron en parte estas rutas marítimas y podían viajar por tierra con más seguridad, lo que desplazó la ruta por otros centro de interés en Rajastán.

Una vez establecida la ruta, ya no fueron solo especias sino todo tipo de mercancías las que circulaban por los mismos caminos, más desarrollados, vigilados y seguros. Es fascinante imaginar estos caminos, compartidos por mercaderes de muchos países y procedencias…

Video recomendado (en inglés).

El oro de India.
La Ruta de las Especias marcó el desarrollo de toda la región durante la Edad Media. Fue determinante para la prosperidad de ciudades y la conversión de pequeños emplazamientos en grandes urbes, y también condicionó la ubicación de determinados puntos estratégicos y bastiones que defendieran el comercio de guerras, piratas y bandidos o enfrentamientos regionales.

Especias (Foto Creative Commons, Wikipedia)
Es posible ver los vestigios de estas transacciones en el sur: Cochín, Munnar, Periyar, Thekkady, Madurai, Tanjore, Chennai… Y en el norte: Jaisalmer, Jodhpur, Udaipur, Jaipur, Srinagar. Todos ellos, verdaderos museos vivos.

Su propio nombre, del latín “species”, significa “básico” o “esencial”. No sólo condimentan y transforman los sabores en la cocina, también sirven para la conservación de alimentos, para elaborar aromas y perfumes o para su aplicación en la medicina tradicional. Y todo ello sin olvidar sus usos afrodisíacos, místicos o sagrados. No en vano las especias eran llamadas “el oro de India”.

La búsqueda del otro ‘Dorado’.
No es de extrañar entonces que el comercio de especias fuera el motor de grandes acontecimientos de la historia.
ClavoPor ejemplo, con la expansión turca y el bloqueo de importantes puertos y ciudades esenciales para el comercio entre oriente y occidente y la proliferación de piratas en el Mediterráneo, países como Portugal, Castilla o Aragón se propusieron la apertura de nuevas rutas comerciales. Es el viaje de Vasco da Gama en 1498, bordeando África para llegar hasta Calcuta y regresar con un preciado cargamento de especias y sustanciosos acuerdos comerciales que iniciaron la colonización.

Como bien es sabido, condicionó el viaje de Cristóbal Colón para intentar llegar a las Indias por occidente. Y por qué no hablar de Magallanes o Elcano, precursores de la ruta que unía Castilla con Filipinas y las llamadas “Islas de las Especias”, las actuales Islas Molucas.
Podríamos seguir hablando de la Compañía de las Indias Orientales, tanto la holandesa como la británica, en las cuales las especias tuvieron un papel protagonista.

Pero esa, queridos amigos y amigas, ya es otra historia.


Sobre el autor:
DavidDavid Martín es colaborador de Sociedad Geográfica de las Indias. Fascinado por India, sus gentes y su diversidad, David colabora con Sociedad Geográfica de las Indias desde 2008, haciéndolo compatible con su trabajo en organizaciones como Unicef o Amnistía Internacional. Con nosotros ha dirigido la estrategia de comunicación y redes sociales hasta 2011 y actualmente colabora aportando una visión humana, transformadora y comprometida, asegurando que un viaje exclusivo y de alta calidad sea compatible con una experiencia enfocada al descubrimiento y el respeto por las personas y las costumbres locales. Para más información: [Quiénes somos]

Ashrams, el culto al espíritu

Un ashram es una comunidad espiritual en la que convive un maestro o guía junto a sus discípulos. Se trata de lugares tranquilos donde se imparten clases de yoga, meditación o canto, y donde se estudian textos sagrados del hinduismo como los Vedas, los Upanishads o el Bhagavat Gita. También es el lugar donde viven los sannyasis, monjes que han renunciado a la vida mundana y que peregrinan de ashram en ashram entregados a la vida espiritual.
Además de la comunidad, más o menos estable, están permitidas las visitas temporales. Aunque, normalmente, los ashrams no estipulan una cuota fija por la estadía sí que admiten donaciones acordes a las posibilidades de cada visitante.

Ashrams populares en India

© Philippe Roland Wüst

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La Fundación Vicente Ferrer

Son varios los reconocimientos y premios que posee la Fundación Vicente Ferrer, pero de momento no ha podido sumar el Premio Nobel de la Paz 2010 al que era candidata, ya que finalmente fue a parar al disidente Liu Xiaobo por su lucha por los derechos humanos en China.

La Fundación Vicente Ferrer es una ONG de desarrollo, de carácter apolítico y aconfesional, comprometida con la mejora de las condiciones de vida y el proceso de transformación de una de las zonas más pobres y necesitadas de la India.
Su sede se ubica en Anantapur (Andhra Pradesh), y dedica sus esfuerzos a algunas de las comunidades más excluidas del planeta, los dálits o “intocables”, y otras castas desfavorecidas y grupos tribales.

La Fundación destaca por ser un ejemplo de cooperación firmemente basado en la acción y enfocado en las capacidades de las personas, así como de respeto por la cultura y las costumbres locales.
Su actividad tiene siempre un enfoque integral, multidimensional, centrado en áreas como la educación (escolarización, construcción de escuelas, programa de becas…), sanidad (infraestructuras, prevención y hábitos saludables…), género (lucha contra la discriminación), combatir y prevenir la sequía (en una árida región donde el 60% de la población vive de la agricultura), vivienda, trabajo personas con discapacidad o comercio justo.

Vicente Ferrer

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Mobile Creches, humanidad con ingenio

De todas las clases desfavorecidas  en India, la pobreza y la exclusión se ceba especialmente con los niños, niñas y mujeres que realizan trabajos informales. Con la intención de paliar esos problemas nació Mobile Creches hace ya 41 años. La idea era responder a las necesidades de un colectivo peculiar a través de algo sencillo, que resulta muy ingenioso.

Mobile Creeches, foto:  Benji Holzman (Flickr)

Las madres jóvenes que trabajan en los llamados trabajos informales, normalmente en la construcción de edificios, no pueden llevar a sus hijos al colegio. En India, es habitual que los obreros contratados para construir un edificio vivan en propio solar del edificio, ya que normalmente proceden de cualquier otra parte del país, y se instalan unas tiendas que serán su hogar durante  el año o los dos años que dure la construcción.
Así, un edificio grande requerirá de una gran cantidad de mano de obra y en el mismo esqueleto del futuro edificio se formará todo un barrio de familias de peones… con sus hijos.
Posteriormente, cuando el edificio esté terminado, se mudarán al siguiente que esté disponible para construir… y así pasarán los años productivos, migrando con toda la familia tras las distintas obras de construcción para las que les contraten.

Mobile Creches quiso solucionar el casi imposible acceso de estos niños y niñas al sistema educativo nacional; y al mismo tiempo sus dificultades nutricionales y sanitarias, debido a la falta de revisiones de salud y la falta de oportunidades y el casi nulo acceso a una dieta equilibrada.
De esa forma, en el mismo solar donde se levanta el edificio, Mobile Creches instala una escuela portátil, que durará lo que dura la obra. Donde se muden los obreros, al finalizar la obra, se mudará la escuela. Así de fácil, así de práctico.
En esa escuela los niños van a clase, reciben tres comidas diarias y la visita de un médico, una vez al mes.

Esta ONG provee de salud y futuro actualmente a 11.000 niños y niñas cada año en Delhi, principalmente.

Sociedad Geográfica de las Indias colabora  con ellos desde hace un más de un año, apoyándoles económicamente y difundiendo su trabajo entre aquellos colectivos interesados (como grupos de profesores, maestros…) y viajeros individuales que quieren conocer otra faceta de India: la del futuro que se fabrica entre todos.


Sobre el autor:
PabloPablo Pascual es Director de Sociedad Geográfica de las Indias. Gran conocedor de India, Pablo se obstinó en ofrecer lo que a él le gustaría encontrar en el sector de agencias de viajes tradicionales: especialistas por destino con un solo propósito, la calidad. Para más información: [Quiénes somos]

Taj Mahal Palace Mumbai: abanderados de un sueño

El 15 de Agosto de 2010 reabrió sus puertas el hotel Taj Mahal Palace Mumbai, hasta ahora conocido como «Taj Mahal & Tower» y una vez renovado tras los ataques terroristas sufridos en Mumbai el 26 de noviembre de 2008. Aunque en realidad el hotel está dividido en dos zonas y una de ellas (la Torre) no ha dejado de funcionar nunca, como metáfora de la defensa de la libertad en el país democrático más grande el mundo.

Cúpula del hotel Taj Mahal de Mumbai

Foto: Taj Hotels

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Nuestra colaboración con Wildlife SOS India

Sociedad Geográfica de las Indias, desde hace 3 años, contribuye al apoyo económico de la ONG de defensa de los animales Wildlife SOS y su centro de osos cercano a Agra.

Logo de Wildlife SOS IndiaEsta ONG rescata los osos de la raza sloth que han sido maltratados y adiestrados para ser explotados en las carreteras y ferias, conocidos como dancing bears (osos bailarines). La costumbre de los osos bailarines fue comenzada hace siglos, en la era mogol, y fueron (y son) la tribu nómada de los Kalandars quienes se han encargado de hacer lo necesario para convertir a un oso en un muñeco de feria: taladrar su paladar para introducir un bozal que le acompañará toda la vida y maltratarle para que aprenda los números circenses más famosos, como ponerse de pie, coger un palo y hacer como si fumase.

La ONG ha conseguido recuperar más de 600 osos en la zona… conscientes de que con ello también privaba a los kalandars de su tradicional modo de vida. Para evitar esas consecuencias, la ONG ha creado cooperativas de artesanía para que esta tribu genere sus propios recursos económicos sin tener que recurrir al maltrato animal.

Los clientes de Sociedad Geográfica de las Indias son bienvenidos al centro de rescate de osos para comprobar los trabajos de las ONG y colaborar, si lo desean, con la comopra de artesanía realizada por los Kalandars o camisetas con algunas imágenes de algunos de ejemplares de Oso, como Boop Singh.

Mujeres kalandar en la cooperativa

Mujeres kalandar en la cooperativa. Foto: Wildlife SOS


Sobre el autor:
PabloPablo Pascual es Director de Sociedad Geográfica de las Indias. Gran conocedor de India, Pablo se obstinó en ofrecer lo que a él le gustaría encontrar en el sector de agencias de viajes tradicionales: especialistas por destino con un solo propósito, la calidad. Para más información: [Quiénes somos]

Una noche en el Taj Lake Palace, de Udaipur: un sueño oriental

Atravesamos la ciudad en fiestas, llena de colorido, hasta llegar a las primeras instalaciones del hotel: un precioso embarcadero, con templetes y arcos de hierro forjado y muebles de mimbre, donde unos amabilísimos empleados nos recibieron ofreciéndonos unos zumos de fruta y toallitas húmedas para refrescarnos. Hacía mucho calor aunque había empezado a llover, y el amable refrigerio nos vino estupendamente.

Abordamos la barca, con su bonito toldo que nos protegió de la lluvia, y atravesamos el gran lago de Udaipur, el lago Pichola, hasta su centro, donde está situado el hotel Taj Lake Palace, nuestro destino.

Taj Lake Palace

Una recepción digna de «maharanas».

Este es hoy el espléndido Palacio del Lago, que se consideraba la residencia de verano de los maharanas. Los gobernantes de Udaipur se llaman maharanas, que quiere decir “gran guerrero” (maharaja significa “gran rey”) debido a su carácter luchador e independiente.

Frente al hotel, a orillas del lago, se alza orgulloso y espléndido el Palacio de la Ciudad o también llamado City Palace o Palacio del Maharana, una amplísima y espectacular construcción que se llevó a cabo en unos dos siglos.

Desembarcamos en la escalinata exterior y accedimos al hotel, el espléndido Jag Niwas o Palacio del Lago, que ocupa por completo la superficie de una isla en el centro del lago, por lo que parece un palacio flotante.
Construído en 1746, su entrada está flanqueada por dos elefantes de mármol negro, en contraste con el palacio, casi todo él en mármol blanco.

Patio central del hotel Taj Lake Palace de Udaipur

Tras recibir el saludo de los amabilísimos empleados de la recepción, deambulamos por el enorme vestíbulo admirando los innumerables detalles de la suntuosa decoración, hasta que llegó el momento de instalarnos en nuestras habitaciones.
La que compartíamos Isa y yo constaba  de un pequeño vestíbulo con un armario de madera oscura en el que se abría la puerta acristalada del baño, espacioso y sencillo aunque abundante en detalles exquisitos.

Una habitación de ensueño.

En cuanto a la habitación, tenía dos camas con mesillas, el tradicional banco para las maletas en madera oscura, una maciza cómoda con cajones sobre la que se asentaba un gran televisor de plasma; una mesa escritorio con trabajo de taracea y una silla tapizada con la madera igualmente decorada.
Junto a una de las camas, bajo el ventanal que dejaba ver la belleza iluminada del Palacio de la Ciudad, una chaise-longue con reposapiés extraordinariamente cómoda.

Una de las suites del Taj Lake Palace de Udaipur

La habitación se prolongaba en un pequeño saloncito con una mesita y dos sillones; sobre la mesa, el periódico local de Udaipur, un jarrón con flores y la acostumbrada bandeja con frutas, servilletas y cubiertos.

El saloncito hacía un ángulo que, en el lado derecho, ostentaba un ventanal con hermosos arcos lobulados y en el izquierdo un gran diván con cojines que corría a todo lo largo de la pared. Un delicado labrado con motivos florales sobre el diván completaba la exquisita decoración.

Por supuesto toallas, albornoces, zapatillas y batas eran de excelente calidad y todo invitaba a instalarse confortablemente.  Nos duchamos, nos cambiamos de ropa y cuando nos disponíamos a dar una vuelta por el hotel nos llamó mi hija, diciéndonos que bajáramos a su habitación, en el primer piso.

Lo hicimos, y lo primero que nos sorprendió fue ver que no se abría, como las demás, al pasillo, sino que se accedía a ella desde un pequeño vestíbulo en el que destacaban dos grandes figuras de madera policromada, muy modernas y estilizadas, de un hombre y una mujer ataviados con los trajes nacionales.

Taj Lake Palace Udaipur - hall con balancín

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