Escrito por: Javier Galán
Los restos de san Francisco Javier reposan en una basílica que los acerca a los fieles cada 10 años.
Biografías y referencias sobre hombres y mujeres importantes de la India.
Escrito por: Verónica Aranda
En 2013 se cumplieron cien años de la concesión del Premio Nobel al escritor bengalí Rabindranath Tagore, y Shantiniketan sigue siendo un lugar sagrado de peregrinación obligada para sus lectores. Tagore fue el último hombre renacentista de la India -poeta, novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo, compositor, pintor, coreógrafo, pedagogo, actor y cantante- y su influencia se palpa aún en todas las ramas artísticas, especialmente en la región de Bengala.
A unos 160 kilómetros de Calcuta, cerca de la localidad de Bolpur, el sereno asentamiento de Shantiniketan fue fundado por Tagore como escuela, para convertirse más tarde, en 1921, en la Universidad Visva Bharati.
La historia de Anantapur, paradigma de la India rural, ha sido testigo de cómo un territorio, de los más pobres de la India, puede sufrir una transformación milagrosa y conseguir un lugar en el mapa mundial gracias a la lucha por el cambio liderada por Vicente Ferrer.
Escrito por: Esther Pardo
“Estoy seguro de que ninguna buena acción se pierde en este mundo. En algún lugar, quedará para siempre. Y ese lugar es Anantapur”. Esta cita de Vicente Ferrer, que rezaba como epitafio sobre el cuerpo sin vida del ex jesuita, fue el motor de su vida y las palabras. También es la declaración de amor y compromiso de un hombre con una tierra: Anantapur.
Coronel Sir George Everest (4 de julio, 1790 – 1 de diciembre, 1866).
Geógrafo y topógrafo galés, responsable general de la topografía de la India desde 1830 hasta 1843. Fue responsable de completar el estudio topográfico de la sección trigonométrica a lo largo del arco meridiano desde el sur de la India extendiéndose al norte hasta Nepal. Una distancia aproximada de 2400 kilómetros. El trabajo lo comenzó William Lambton en 1802 y fue finalizado casi al final del Siglo. El Monte Everest fue nombrado en honor a George Everest por su sucesor Andrew Waugh debido a sus estudios. Everest nació en Gwernvale Manor cerca de Crickhowell, en Powys, Gales. Fue bautizado en la iglesia de San Alfege, en Greenwich el 27 de enero de 1791. Tras estudiar en una academia militar en Woolwish, sobresaliendo en matemáticas, viajó hacia la India en 1806 como cadete de artillería. Allí fue seleccionado por Sir Stamford Raffles para formar parte en el reconocimiento de Java entre 1814 y 1816.
En 1808, comenzó a servir como asistente del Coronel Lambton, quien ya había empezado las mediciones trigonométricas del subcontinente en 1806. Después de la muerte de Lambton en 1823, fue superintendente de perito y en 1830 fue nombrado perito general de la India. Se retiró en 1843 y se fue a vivir a Inglaterra, donde llegó a ser miembro de la «Royal Society». Fue convertido en caballero real en 1861 y en 1862 fue elegido Vicepresidente de la «Royal Geographical Society». Murió en Greenwich en 1866 y fue enterrado en la iglesia de San Andrews, Hove, cerca de Brighton. Su sobrina, Mary Everest, se casó con el matemático George Boole.
Escrito por: Esther Pardo
S.A. Maharaní. Prem Kaur de Kapurthala. Ana María Delgado Briones (1890-1962).
Así reza la lápida de una malagueña que se convirtió en testigo de excepción de la historia de India en la época de los maharajás.
Anita, afincada en Madrid junto a su familia, se ganaba la vida como bailarina en uno de los centros de la bohemia madrileña de principios del siglo XX: el Central- Kursaal. Allí las “Hermanas Camelias”, nombre artístico de la pareja formada junto a su hermana, actuaban de teloneras para artistas de la talla de Pastora Imperio o la Argentina. La falta de destreza en el baile de la andaluza no le importó lo más mínimo al espectador de excepción que cambiaría su vida para siempre. No era otro que el maharajá de Kapurthala, Jagatjit Singh, quien estaba en la capital como invitado del enlace de Alfonso XIII y Victoria Eugenia. El maharajá, uno de los príncipes más ricos de la India, tuvo que abandonar la ciudad por el atentado del anarquista Mateo Morral sin conseguir que Anita correspondiera a su amor. Sin embargo, el maharajá, desde su nuevo destino en París, insistió tanto que la bailarina, asesorada por amigos como Valle-Inclán, Ricardo Baroja o Julio Romero de Torres, decidió embarcarse, con apenas 17 años, en la aventura de dejar su vida en España para seguir al que se convertiría en su marido, sin saber qué iba a encontrarse al otro lado del mundo.
Tras unos meses en Francia, donde se formó a la joven para que estuviera a la altura de su nuevo estatus, Anita cruzó el océano hasta llegar al noroeste de la India para celebrar una boda sij por todo lo alto. Ese mismo año, en 1908, nació su primer y único hijo.
La niña iletrada llegó al Punjab montada en un elefante para ser presentada ante sus súbditos y sabiendo francés, inglés, protocolo internacional, música… Pero nadie le había aleccionado acerca de las costumbres locales. Y más en concreto, sobre la práctica de la poligamia.
Pese a que Singh contaba con un harén, la “Rani extranjera” fue su preferida porque ella no se conformó con ser una más. Su carácter luchador y sus inquietudes la convirtieron en su consejera y en compañera de los viajes que él hacía por todo el mundo. Gracias a ello, la maharaní vivió en primera persona el lujo y excesos de la época de los maharajás; también los primeros movimientos que más tarde propiciarían la independencia de la que entonces todavía era colonia británica. Además, se empapó de las costumbres de su nuevo país, enfrentándose a algunas de ellas, como al infanticidio o la muerte ritual de las viudas. Todos estos periplos los inmortalizó en su diario, artículos y en el libro “Impresiones de mis viajes a las Indias” y más tarde, Javier Moro, escribiría un libro dedicado a ella: «Pasión India».
Después de la Primera Guerra Mundial, que vivió ayudando en el abastecimiento de hospitales de los Aliados, empezó un distanciamiento con su marido que terminaría en divorcio en 1925. Fue entonces cuando Anita decidió abandonar el país para siempre y establecerse de nuevo en Europa; aunque siempre seguiría de cerca las noticias que llegaban de India, incluidas la independencia y la muerte de su ex marido, a quien le seguía uniendo una relación de amistad. Ella falleció en Madrid, a los 72 años, después de una vida con la que ni siquiera se hubiera atrevido a soñar.
Nació en una aldea y en una de las subcastas más bajas, se convirtió en una mítica y fiera bandolera y llegó al Parlamento de India. Su vida es de película, una dura historia de violencia, venganzas y lucha contra las dificultades.
El 14 de febrero de 1981, una banda de bandidos entraba en la aldea de Behmai y capturaba y fusilaba a 22 hombres en lo que se hoy conoce en India como ‘la matanza de San Valentín’. La banda estaba dirigida por Phoolan Devi, una mujer de 18 años que sólo tenía un objetivo: venganza. Iba disfrazada de policía y llevaba el pelo corto, una cinta roja en la cabeza, un rifle y una bandolera repleta de balas alrededor del pecho.
Algunos de aquellos hombres habían humillado y oprimido sistemáticamente a las demás castas, incluyendo la suya. A ella misma la habían violado en repetidas ocasiones y mantenido presa casi dos años antes, hasta que consiguió escapar. Pero algunos de los asesinados por la banda de Phoolan eran también inocentes.
«Lo que ocurrió allí jamás debió ocurrir», declararía ella misma muchos años más tarde. Pero lo cierto es que aquellos hechos ya habían marcado su destino.
Phoolan no había tenido una vida fácil hasta entonces. Nacida en 1963 en una pequeña aldea y miembro de una subcasta de las más desfavorecidas (los ‘mallah’), vivió rodeada de hermanas. Su familia, que vivía de la madera del árbol de ‘neem’, estaba regentada por su tío (hermano mayor de su padre), autoritario patriarca que sometía al resto de la familia.
Un día, necesitado de dinero, cortó el árbol que sustentaba a toda la familia de su hermano. Phoolan, con 10 años, indignada ante la pasividad de su padre, exigió a su tío una compensación con tanta insistencia que recibió una fuerte paliza. Tras ello denunció a su tío, lo que le valió un rápido acuerdo familiar para casarla a sus 11 años con un hombre 20 años mayor que abusó de ella sistemáticamente.
Phoolan consiguió escapar y regresar andando los más de 100 kilómetros de distancia para volver a casa, donde la rechazaron brutalmente por haber huido de su esposo. Allí fue acusada de robo por su tío y detenida por la policía, que la golpeó, vejó y violó.
Cierto día llegó al pueblo un grupo de bandoleros, sembrando el pánico a su alrededor, y la raptaron. Quizás tenían el encargo de hacerlo por parte de su tío. Estuvo tres días prisionera, siendo objeto sexual del jefe de la banda, hasta que el segundo líder lo asesinó harto del trato que le daba a la adolescente.
Era Vikram, el único hombre que la había tratado con respeto y cariño en toda su vida. Vikram pasó a ser el líder de la banda y ella su amante. Él la enseñó a disparar, a dirigir a los hombres y a asaltar caminos y caminantes. Y también a mantenerse al margen de los actos vandálicos siempre que pudiera, de forma que fueran cometidos por sus subordinados.
Se dice que no les movía el simple pillaje, sino que asaltaban a los más ricos para entregar parte de la riqueza a los más desfavorecidos. La leyenda habla de Phoolan Devi como la ‘Robin Hood india’.
Así pasaron años hasta que la banda vivió una escisión interna que llevó al asesinato de Vikram. Los asesinos raptaron a Phoolan, la torturaron y la violaron durante casi un mes.
Hasta que consiguió escapar.
Cuando se restableció, gracias a la ayuda de una pastora que la acogió, robó a dos ricos mercaderes el dinero suficiente para organizar su propia banda de mercenarios. Había desarrollado un odio visceral a los hombres que ejercen la opresión sobre las castas inferiores y las mujeres. Recorrió caminos y aldeas saqueando e impartiendo su particular idea de ‘justicia’ a través de sus hombres: castrando a violadores y robando a los que más abusaban del poder.
Por su fiereza se fue haciendo conocida, y temida.
Tras la matanza de San Valentín, Phoolan Devi se convirtió en objetivo policial prioritario. Se escondió y sobrevivió hasta que la policía optó por arrestar a su familia y tomarles como rehenes a cambio de su rendición.
En 1983 Phoolan Devi se entregaba rodeada de una multitud de 8.000 personas, que la jaleaba y honraba como una diosa.
Estuvo más de 11 años en la cárcel. Su fama era tal que le hicieron una película.
Y su popularidad también contribuyó a que un influyente político intercediera para sacarla de prisión. Su apuesta era presentarla a su lado para las elecciones, como defensora de la mujer y los más pobres.
De hecho ese fue su nuevo sobrenombre cuando en 1996, la Reina de los Bandidos pasó a la política y ganó las elecciones.
Por su trabajo como diputada incluso fue candidata al Premio Nobel de la Paz en 1998.
Su leyenda terminó de forjarse en julio de 2001, cuando saliendo del parlamento de Nueva Delhi, fue asesinada a tiros como venganza en la aldea de Behmai.
> Enlace recomendado: Artículo de Luis Mazarrasa – El Mundo, 29 de julio de 2001.
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Sobre el autor: David Martín es colaborador de Sociedad Geográfica de las Indias. Fascinado por India, sus gentes y su diversidad, David colabora con Sociedad Geográfica de las Indias desde 2008, haciéndolo compatible con su trabajo en organizaciones como Unicef o Amnistía Internacional. Con nosotros ha dirigido la estrategia de comunicación y redes sociales hasta 2011 y actualmente colabora aportando una visión humana, transformadora y comprometida, asegurando que un viaje exclusivo y de alta calidad sea compatible con una experiencia enfocada al descubrimiento y el respeto por las personas y las costumbres locales. Para más información: [Quiénes somos]