Érase una vez, hace muchos muchos años, había un emperador de sólo 13 años que sería llamado a convertirse en el más importante de la India en la época musulmana.
La vida de Akbar el Grande coincide con las habituales en las leyendas y los cuentos. Él fue el tercer emperador de la dinastía Mogol, sucesor de Humayun en 1556.
Son los años de los emperadores fabulosos en aquel lugar de la Tierra que hoy se nos cuentan con fantasía y ensueño. Ciudades pobladas con princesas bellísimas y enjoyadas con rubíes y esmeraldas, gobernadores despóticos capaces de resolver los problemas de Estado con crueldad extrema. Guerras fratricidas. Palacios dotados de caprichos extravagantes, construcciones delirantes decoradas con elefantes engalanados, pavos reales o pájaros exóticos.
Jalaluddin Muhammad Akbar nació en Umarkot (hoy Pakistán) en 1542, descendiente nada menos que de las estirpes de Tamerlán y Gengis Kan.
Eran tiempos turbulentos, con un Imperio Mogol débil, decadente y apenas desarrollado. La vida de Akbar no fue fácil, dedicada a la guerra y a la expansión de un imperio que llegó a ser uno de los más grandes de su era, extendiéndose desde la actual Afganistán hasta Bengala y desde las cumbres del Himalaya hasta Mumbai.
Eran también los años de las batallas épicas y sangrientas, como la que protagonizó en Chittorgarh, un inexpugnable castillo que consiguió someter construyendo colinas de barro y rocas artificiales para franquear las murallas.
Pero en la Historia, Akbar no es recordado por sus méritos militares, sino sobre todo por su capacidad de desarrollar un sistema administrativo y de gobierno ejemplar que mantuvo unido un gran imperio, favoreció la economía, la prosperidad de todos los estratos sociales y el comercio. También por su carácter conciliador entre dos religiones y culturas que se enfrentaban en lo más cotidiano: la musulmana y la hindú. No sólo se casó con una mujer de origen rajput (Jodha Bai, procedente del esplendoroso Amber) sino que permitió que las prácticas e influencias hindúes entraran en su palacio, lo que le supuso vencer no pocas resistencias internas. También se atrevió a cancelar el tradicional impuesto mogol sobre las cosechas y los negocios hindúes, algo que provocaba las iras del pueblo.
Su apertura de mente y su capacidad de presentar su gobierno de forma amable para los hindúes ha sido siempre considerada una de sus principales virtudes políticas. Sobre todo teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de las personas que vivían en sus dominios eran hindúes.
A pesar de ser analfabeto, Akbar supo rodearse de hombres sabios y convirtió su corte en un gran centro de culto a las artes y las letras. Es conocido su interés por la pintura y la escritura; en sus años se realizaron importantes traducciones del sánscrito al persa y viceversa.
Akbar entabló relaciones diplomáticas con el Imperio Portugués, que por entonces se establecía en los alrededores de Goa y reconocía la superioridad militar de los mogoles.
En los últimos años de su vida, y tras prolongados trabajos de debate con responsables de distintas religiones, llegó a fundar una nueva religión (llamada “din-i-ilahi”, “La Fé Divina”) que asimilaba Islam e hinduismo, aunque estaba demasiado centrada en su persona y no prosperó tras su muerte.
Fatehpur Sikri. Foto: Álvaro Maldonado, SGI
Fue Akbar quien ordenó trasladar la capital del imperio a Fatehpur Sikri, cerca de Agra. Un emplazamiento que se convirtió en inviable por falta de agua y tuvo que ser abandonado casi sin uso, pero que hoy nos permite visitar una sorprendente ciudad fantasma.
Akbar murió en 1605, con 63 años. Hoy está enterrado en el precioso mausoleo de Sikandra, en Agra.
Mausoleo de Sikandra. Foto: Álvaro Maldonado, SGI.
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Sobre el autor: David Martín es colaborador de Sociedad Geográfica de las Indias. Fascinado por India, sus gentes y su diversidad, David colabora con Sociedad Geográfica de las Indias desde 2008, haciéndolo compatible con su trabajo en organizaciones como Unicef o Amnistía Internacional. Con nosotros ha dirigido la estrategia de comunicación y redes sociales hasta 2011 y actualmente colabora aportando una visión humana, transformadora y comprometida, asegurando que un viaje exclusivo y de alta calidad sea compatible con una experiencia enfocada al descubrimiento y el respeto por las personas y las costumbres locales. Para más información: [Quiénes somos]