Escrito por: Eva del Amo
Cada viajero que llega a Sri Lanka guarda en su interior el motivo que le ha llevado a acercarse a este maravilloso país al que Marco Polo bautizó como “la isla más bonita del mundo”. Hay quien acude a la antigua Ceilán en busca de exotismo, y los hay que desean descubrir su exuberante naturaleza. Personas que quieren viajar a Sri Lanka para disfrutar de su gastronomía, cultura o paisaje… Y todos, absolutamente todos ellos, se encuentran con la hospitalidad de sus gentes.
Si busca una razón objetiva para descubrir el paraíso puede encontrarla en los ocho lugares que el país tiene en las listas de bienes culturales y naturales Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, desde la Ciudad Santa de Anuradhpura a la de Polonnaruwa, pasando por la de Sigiriya o la de Kandy. Impresiona la Reserva Forestal de Sinharaja y las fortificaciones de la ciudad de Galle, así como el Templo Dorado de Danbulla o las mesetas centrales de la isla.
Sri Lanka es el país de las piedras preciosas, con excelente calidad y buen precio. Más del 50% de las gemas del mundo son naturales de la isla, con el zafiro como protagonista. Paseando por las calles de la ciudad de Kandy resulta imperdonable no entrar, al menos una vez, en sus preciosas joyerías para admirar los increíbles trabajos realizados con ellas.
Y de la ciudad a la naturaleza, porque este país es la cuna del elefante asiático, que se puede ver tanto en libertad como en lugares protegidos. El Orfanato de Elefantes de Pinnawala es un magnífico lugar para los niños, pues, siempre desde el respeto, podrán acercarse a ellos, tocarles e incluso darles de comer.
Y si el interés que nos ha llevado a viajar a Sri Lanka es gastronómico, nada mejor como descubrir las montañas en donde crece uno de los mejores tés negros del mundo. Viajar a Sri Lanka para visitar las plantaciones de Nuwara Eliya se convierte en toda una experiencia que puede culminar con una cata de diferentes clases de tés. Probablemente, de los mejores que habrás probado en tu vida.
El país entero es un precioso jardín botánico. Nadie puede abandonarlo sin visitar una de las fábricas de canela y retroceder en el tiempo, cuando la Ruta de la Seda pasaba por Ceilán para abastecerse de los regalos naturales de la isla. Un lujo que hoy se puede descubrir a través de los platos de su rica y variada cocina. Toda una experiencia sensorial.
Sri Lanka es también una tierra con arraigadas costumbres. Peregrinar a Kandy es a lo que aspira cualquier budista de la escuela Theravada. Allí se encuentra el Templo del Diente de Buda. Tras una puerta de marfil que se abre tres veces al día observamos un relicario de oro que esconde siete cajas una dentro de otra. Es allí donde se guarda la reliquia.
Un país para ver y para sentir. Naturaleza desbordante, cultura recóndita, coquetos hoteles… solo tienes que encontrar la razón que te llevará a conocerlo.