Acabas de llegar a las Islas Maldivas y te esperan interminables playas de arena blanca, un océano con un azul que parece casi irreal, un sol dispuesto a arropar tu descanso y multitud de actividades que realizar. Pero… ¿por dónde comenzar? Te detallamos las 3 cosas que hay que hacer en Maldivas, el primer día que llegas…
Escrito por: Eva del Amo
Cuando llegas a Maldivas, los sentidos parecen despertar de un largo letargo. Si te acercas a la playa, la vista se pierde en un horizonte con distintas variedades de azules, oyes el constante rumor del mar y tu piel toca una arena blanca y finísima. El escenario parece sacado de un cuento y todo, absolutamente todo, parece invitar al descanso.
Por delante tienes un mundo de sensaciones nuevas que vas a ir descubriendo poco a poco, así que lo primero es familiarizarte con tu nuevo entorno. Existen multitud de alojamientos en Maldivas, pero todos ellos tienen en común el marco incomparable en el que están situados.
Si llegas cansado de un largo viaje quizá te apetezca conocer un poco mejor el complejo en el que has elegido pasar tus vacaciones. Tal vez sea un buen momento para darte un baño en tu piscina privada. O quizá prefieras acercarte a la playa y descansar plácidamente en una de las camas para recostarse que muchos hoteles poseen en la playa. ¿Te apetece un zumo natural o tu cóctel preferido? ¡Sólo tienes que pedirlo!
Imagina el viento moviendo suavemente el blanco dosel mientras tú te relajas con el sonido de las olas. Es un momento ideal para preparar los planes del día siguiente. ¿Te gustaría practicar submarinismo y ver la riquísima vida del arrecife de coral? ¿Tal vez hacer un poco de turismo y conocer un poco mejor la cultura local? ¿Quizá te apetezca practicar yoga en la playa al amanecer con un monitor? ¡Las posibilidades son infinitas!
Cuando te parezca que tus preocupaciones y tu rutina diaria han quedado muy lejos, quizá sea el momento de volver a la habitación y prepararte para la cena. Si te apetece darte un baño, muchos de los hoteles tienen la bañera situada estratégicamente, de manera que puedes contemplar la inmensidad del océano mientras te relajas con un baño aromatizado con productos locales. Sólo tienes una obligación: cerrar los ojos y disfrutar del momento.
Cuando se acerca la noche es obligatorio presenciar tu primer atardecer en Maldivas. Puedes hacerlo tomando un cóctel al borde del mar, o disfrutando del lujo de cenar las exquisiteces locales en contacto con la naturaleza, en un restaurante de lujo montado sobre la misma arena de la playa. En los próximos días, quizá puedas realizar un curso de cocina, o salir a pescar en un barco privado.
En Maldivas, la luz de las velas no puede hacer competencia a las estrellas, probablemente muchas más de lo que recuerdas y con un brillo incapaz de hacer sombra al que seguramente tienen tus ojos. Es tiempo de descansar. Es hora de disfrutar.