En la treintena de cuevas de Ajanta, declaradas Patrimonio de la Humanidad, se encuentran algunos de los mejores ejemplares de arte budista del mundo.
Escrito por: Javier Galán
Visitar el arte de las cuevas de Ajanta
Una carretera sinuosa conduce a uno de los lugares sagrados y mejor conservados de India y de Maharashtra: son las cuevas de Ajanta. Hace más de 2.000 años se cree que un grupo de monjes construyeron uno de los templos extraordinarios del planeta. Este complejo subterráneo compuesto por una treintena de cuevas está excavado en la pared de una escarpada colina. Pero es dentro donde se guarda su arte y mejor secreto. Algunas de las esculturas y pinturas que allí se exhiben datan del siglo II a.C., aunque los trabajos de los escultores y pintores continuaron hasta bien entrado el siglo V d.C. El valor de esta serie de monumentos rupestres budistas está reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1983 por ser un testimonio extraordinario de arte budista religioso.
Uno de los atractivos de la excursión consiste en conocer la antigua morada de practicantes y monjes budistas. Aunque quizás el viajero también valore el silencio como otro de los grandes alicientes de la jornada. Por un rato podrá olvidarse del ajetreo y el bullicio que reinan en las principales urbes del país en un paseo que reúne cultura y serenidad.
Descubrimiento de las cuevas de Ajanta
Esta antigua vivienda de practicantes y monjes budistas fue descubierta en el siglo XIX por el inglés John Smith. Una vez que el viajero se acerca a las cuevas de Ajanta será fácil meterse en la piel de este soldado de la Compañía Británica de las Indias Orientales, que en 1919 cartografiaba los montes Indhyadri cuando descubrió sobre la pared algunas piedras talladas.
En un principio no le fue fácil al británico distinguir qué había en la roca. La maleza impedía ver los restos arqueológicos. Los trabajadores de la compañía se dieron cuenta de la importancia histórica del yacimiento y decidieron interrumpir las labores de mapeo. Los ingleses comenzaron a limpiar la fachada de la ladera y en poco tiempo descubrieron una hilera de cuevas de más de 600 metros en forma de media luna.
El espectacular arte budista que guardan las cuevas de Ajanta
Este tesoro es único para los amantes de las enseñanzas budistas: las cuevas de Ajanta están repletas de pinturas y esculturas que narran la vida y vivencias de Buda. Las pinturas rupestres se han convertido en un original soporte para contar los cuentos de Jatak; además fue toda una revelación de un movimiento artístico que andaba escaso de ejemplos pictóricos.
La mayoría de las creaciones se hicieron con pasta de barro pintado con pigmento vegetal o animal, como se puede observar en algunas de las habitaciones que dan al interior de la roca. También la oscuridad ha sido la gran aliada para la conservación de la obra. De haberse creado en el exterior, el sol ya habría acabado con ellas. Las esculturas, por su parte, merecen ser visitadas porque están talladas en roca volcánica de basalto, una de las razones por las que este sitio resulta tan energético y espiritual.
Las cuevas de Ajanta bien merecen una parada ya sea por disfrutar de la tranquilidad de la montaña, aprender un poco más de la cultura budista o apreciar las pinturas y esculturas que alberga esta treintena de cuevas. Quizás si se emplea a fondo incluso atisba el nirvana como algunos monjes budistas hace ya más de 2000 años creando este complejo por devoción.