Escrito por: Javier Galán
Una vista más reposada del mausoleo desde el jardín Mehtab Bagh, en la orilla opuesta del río. ¿Y por qué no intentarlo? Por qué no salirse de la norma y darle a la cabeza para conseguir contemplar el Taj Mahal prácticamente solo, sin tener que contorsionarse para sacar una foto en la que solo salga, de entre todos esos que buscan lo mismo, el turista que es tu amigo o familiar. Pues tampoco es tan complicado, basta con cruzarse el río que queda en la parte trasera de este mausoleo. Con el río Yamuna de por medio, la aglomeración es mucho menor. Y tampoco es que haya que enfangarse, sino recorrer el parque Mehtab Bagh, una extensión de césped, matorrales y pequeños árboles en fila que se encuentra alineado con el Taj Mahal.
Esta extensión, intento de edén que data del siglo XVI, abandonada y destrozada, cobró de nuevo importancia a partir de la década de los noventa, cuando se inició un plan de restauración que lo ha vuelto a convertir en un lugar agradable. Si los jardines del Taj Mahal están tan abarrotados de guías, vendedores de cacharros y fotógrafos a comisión, aquí tampoco se pierden las oportunidades, pero en una escala un tanto menor. Grupos de chiquillos dividen su tiempo entre posar para las fotos y escapar por entre los arbustos de los guardianes que tampoco se esmeran tanto por atraparlos.
Una vista mucho más apacible y menos ajetreada, en la que dependiendo de la época del año y de las lluvias, el río mostrará una cara más o menos salubre, más o menos fotogénica. Rodeado de los graznidos de los cuervos que pelean, sentarse en el césped de este rectángulo verde, entre los grupos que observan la puesta de sol, es una delicia.
Poder acercarte de una manera reposada al lugar que uno no quiere perderse. Poder ir descalzo por la hierba con el simétrico monumento de fondo lo convierte en inolvidable. Llegar hasta el muro de ladrillo derruido que marca el final del jardín, ver cómo algunos se atreven a bajar caminando hasta el río. Apoyar los brazos en estos ladrillos, y apartarlos porque se despedazan y no quieres que nada cambie. Porque es tomar aire y sentirse bien. Acordándose de que alguien como Shah Jahan tuvo la idea, muchos obreros levantaron semejante belleza hace cuatro siglos, y hoy estás tú aquí descubriendo que no solo la naturaleza crea vistas majestuosas.