Kandy, la ciudad más bonita del mundo

Escrito por: Tania Rodríguez

© Malcolm Browne

En el corazón del País de las Montañas, situado en el centro de Sri Lanka, se halla Kandy, considerada la ciudad más bonita del mundo y la segunda ciudad en importancia de la isla tras la capital, Colombo. Allí, en las mismísimas Tierras Altas y rodeada de frondosas montañas milenarias y trabajadas plantaciones de té -que llegan a alcanzar los 1.500 metros de altura-, Kandy se erige como una de las metrópolis con mayor encanto de la antigua Ceilán, el punto de partida perfecto para disfrutar del famoso Triángulo de la Cultura.

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Llegar a Kandy es hacerlo a una urbe a medio camino entre la tradición budista y el espíritu colonial, impreso por los británicos que siglos atrás gobernaron la ciudad. Esta herencia queda patente en muchos de sus edificios, hoy menos acicalados que entonces, pero igualmente cautivadores. Tras pasear por su avenida principal, repleta de actividad, se llega al Templo del Diente de Buda, el más conocido y visitado del país, pues dentro de este santuario se encuentra –según se dice- un diente de Buda rescatado de su incineración. Dentro de este imponente conjunto arquitectónico denominado Sri Dalada Maligawa se hallan otros templos y pabellones como el Palacio Real, una biblioteca, un museo y otras salas con funcionalidades dispares. Más allá de este rotundo espacio guardián de la reliquia de Buda, Kandy aloja otros templos como el de Kataragama, Vishnu o Pattini, así como los Monasterios de Asigiriyacon y Malwata.

© Malcolm Browne

Visitados algunos de sus rincones sagrados, merece la pena pasear por las inmediaciones del lago de la ciudad, un estanque artificial de más de tres kilómetros de perímetro, mandado construir por el monarca Sri Wickrama Rajasinha a principios del siglo XIX. Su particular belleza se completa gracias al reflejo de las grandiosas montañas que rodean Kandy, recordándonos que nos encontramos a las puertas de las Tierras Altas de Ceilán. Lejos de la paz que proporcionan lugares como este, Kandy alberga también un lado agitado y bullicioso, ejemplificado en su fiesta Esala Perahera, de las más célebres y concurridas de Sri Lanka. Se trata de la semana grande de la ciudad, una celebración en honor a Buda y su reliquia sagrada, para la que se engalana en sedas a los elefantes portadores del visitado resto del dios. Música, danzas, jolgorio y mucho color inundan las calles de la urbe durante siete días en el mes de julio o agosto, dependiendo del calendario.

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Otro de los lugares que merece la pena visitar es el Jardín Botánico de Peradeniya, situado a unos seis kilómetros de la ciudad y considerado uno de los mejores del mundo. Allí es posible ver desde una gran avenida de cocoteros gigantes a una casa repleta de orquídeas únicas, un jardín de especias y una curiosa colección de bambúes. Así hasta más de 4.000 especies de plantas y árboles distintos, distribuidos con especial gusto y mimo a lo largo de unas 59 hectáreas de extensión.

Por todo ello, Kandy continúa siendo, siglos después de la llegada de los británicos a sus tierras, uno de los destinos más idílicos de Sri Lanka, una de esas lágrimas perdidas de la antigua Ceylán.