Escrito por: Lorena Pérez
El misterio del Yeti se extiende por todo el Himalaya, y es en Bután donde se da el mayor número de testimonios sobre este legendario ser. ¿Pero existe de verdad el Yeti en Bután?
Jemong, Dremo, Migo, Shupka… muchos son los nombres que diferentes regiones del Himalaya han utilizado históricamente para referirse a un animal peludo, que camina erguido y deja a su paso un olor nauseabundo y huellas de humano. Quienes aseguran haberlo visto hablan de un animal huidizo que aparece de noche, de más de dos metros de altura, completamente cubierto de pelo, y que posee la capacidad de producir graznidos semejantes a los de una gaviota. En las zonas donde dicen haberlo visto, el Yeti –o “abominable hombre de las nieves”- es venerado y temido a partes iguales, y su existencia está profundamente arraigada a la cultura y creencias del pueblo.
Muy pocos occidentales se han visto las caras con el Yeti, y los que afirman su existencia lo consideran un pariente lejano del orangután, descendiente del Ramapithecus que habitó en la Cordillera Himalaya millones de años atrás. Muchos otros científicos, cuyas únicas pruebas de existencia se extraen de los relatos de los habitantes de la zona, se preguntan si en realidad este legendario ser no será un simple pariente del oso, animal poco conocido por los lugareños. La realidad es que los análisis de pelos y otras pruebas encontradas nunca han arrojado luz sobre el asunto y en los resultados no se han identificado coincidencias con ninguna especie conocida hasta el momento.
Aunque la leyenda del Yeti se extiende por todo el Himalaya, es en Bután donde mayor número de testimonios sobre su existencia han sido encontrados. Por ello, es el único país del mundo que cuenta en su territorio con un parque natural expresamente declarado para la protección y permanencia del Yeti. Este parque nacional, llamado Santuario de Fauna Salvaje de Sakteng se encuentra ubicado en el extremo este del país, y cuenta con un área de unos mil kilómetros cuadrados de zona protegida. Esta zona repleta de biodiversidad cuenta con extensos bosques en los que los pastores de yaks, que pasan largas temporadas en el monte, consideran al Yeti un animal más dentro de la fauna autóctona del lugar, y afirman haber sido participes o haber oído decenas de historias sobre encuentros fortuitos con el primate en diferentes épocas del año y de la historia.
En Bután pocos dudan de la existencia del Yeti. El respeto y el temor que sienten por este ser queda reflejado en los nombres por los que se le conoce -Migou, Migo o Mirgou- todos ellos con una traducción literal de “Hombre Poderoso”. Además, generación tras generación las historias de supuestos ataques, raptos de niñas y robo de ganado por parte del Yeti han aumentado su fama. Los moldes de escayola de sus supuestas pisadas y los restos de su rojiza cabellera guardados como valiosísimas reliquias por los monjes de los monasterios y usados como objetos ceremoniales han hecho el resto.
¿Podrá algún día descubrirse la verdad sobre esta leyenda que lleva décadas atrayendo a montañeros, científicos y curiosos a las zonas montañosas del Himalaya?