Escrito por: Lorena Pérez
Viajar a Nepal para ver como miles de jarras, cuencos y vasijas de todos los tamaños, formas y colores cubren el suelo de la Plaza de los Alfareros de la ciudad de Bhaktapur. En este místico enclave nepalí, rodeado de exóticos edificios medievales, aún se puede disfrutar de la más pura artesanía oriental cuyos siglos de tradición siguen atrapando a los viajeros más curiosos.
En la ciudad de Bhaktapur, punto estratégico de la ruta entre la India y el Tíbet, podemos encontrar uno de los centros de comercio más importantes del país. En esta ciudad ubicada a pocos kilómetros de Katmandú, miles de nepalíes se ganan la vida tallando todo tipo de objetos en piedra, madera y metal y creando cientos piezas de barro en sus puestos de alfarería al aire libre.
La importancia de la cerámica y la artesanía en esta zona se remonta a épocas muy antiguas, cuando comenzó la tradición aún vigente de intercambiar todo tipo de obras por arroz tras las cosechas de principios de noviembre. Otras muchas de las piezas que se crean en la ciudad se venden en la ancestral Deepawali, una importantísima fiesta hindú conocida también como “El festival de la luz” que se celebra cada año a finales de octubre.
Uno de los lugares artesanos más interesantes de Bhaktapur lo encontramos en la Pottery Square o Plaza de los Alfareros, ubicada en el centro de la ciudad y fácilmente accesible gracias a las decenas de carteles que nos muestran el camino desde la cercana Plaza de Durbar, punto neurálgico de la ciudad. En el corto camino que separa estas dos plazas, apenas 10 minutos a pie, puede recorrerse un laberinto de tiendas y bazares en las que se venden multitud de objetos artesanales a precios razonables.
Al llegar a la Plaza de los Alfareros es inevitable sentir que se ha viajado en el tiempo varios siglos atrás. El lugar está salpicado de talleres rudimentarios de alfarería con tornos y ruedas, repleto de piezas de barro secándose al sol, adornado con templos budistas tradicionales e invadido por nepalíes y turistas que disfrutan del arte y la magia especial que desprende esta pintoresca plaza.
Es bastante divertido ver como decenas de personas se mueven a un ritmo frenético de un lado a otro de la pequeña plaza trabajando en sus puestos. Allí puede disfrutarse de expertos alfareros usando ágilmente el torno, moldeando piezas con gran maña y colocando todas sus obras sobre paja al sol para después hornearlas. Tras sacar las hornadas, decenas de mujeres pintan algunas de las piezas antes de colocarlas sobre grandes mantos de grano al sol.
Los maestros del barro interactúan con los visitantes, les dejan tocar sus creaciones e incluso realizan exhibiciones de su habilidad, generalmente a cambio de algunas monedas. El resultado de toda esta gran puesta en escena son cientos de cántaros, vasijas, platos y cuencos de terracota ordenados en el suelo, esperando a que algún comprador quiera llevarse consigo un típico recuerdo artesanal de la cultura de Nepal.