Bucear en las profundidades de la música más sagrada, profunda e insondable es bucear en la historia de su emperador: Nusrat Fateh Ali Khan, el hombre que dio a conocer el qawwali al mundo entero.
El qawwali es un tipo de música religiosa tradicional originaria de la India islámica. En esencia es producto de la musicalización de la poesía de los maestros sufíes (rama mística y utópica del islam). Su práctica e impartición religiosa no niega la participación a otras doctrinas, como el sijismo o el hinduismo.
Su conformación musical se basa en el sistema del raga indio, y su estructura se compone de tres partes que incluyen recitados de textos sagrados, instrumentalización y canto devocional. El qawwali es recitado principalmente en hindi, panyabí, urdú y árabe. El ensamble qawwali puede estar conformado por uno o más armonios, percusiones (dholak y tabla) y un cordófono denominado tambura. Pero lo que de verdad caracteriza a esta música es el canto, uno de los más complejos que existen y que alcanzó su máxima expresión con el cantautor pakistaní Nusrat Fateh Ali Khan.
Nusrat Fateh Ali Khan (1965-1997).
Nació en el seno de una familia del Punjab que se instaló en Pakistán en 1947. Su padre, Maula Baksh Khan, intérprete de música clásica y de qawwali, lo inició en esta doctrina siguiendo una tradición familiar de más de 600 años. Pronto aprendió a tocar los instrumentos indios tradicionales y a dominar millares de versos de la tradición punjabi, urdu, árabe y persa. Pero su aportación al qawwali fue más allá. Su obra revela su sincretismo con distintos géneros y artistas internacionales, entre ellos el británico Peter Gabriel, quien lo fichó en su discográfica Real World con la que publicó 5 álbumes de qawwali.
Nusrat también traslado su legado a la gran pantalla. Grabó bandas sonoras para algunas producciones made in Bollywood, como “Aur Pyaar Ho Gaya” de Rahul Rawail o “Kachche Dhaage” de Milan Luthria.
En occidente musicó películas como “Last Temptation of Christ” (La última tentación de Cristo) de Martin Scorsese y “Dead Man Walking” (Pena de muerte) de Tim Robbins. En esta última colaboró con Eddie Vedder, vocalista de Pearl Jam. En “Natural Born Killers” (Asesinos Natos) de Oliver Stone, también se puede escuchar alguno de sus temas, entre ellos “Taboo” que interpreta junto a Peter Gabriel. Sin embargo, él mismo comentaría en alguna ocasión que nunca aprobó que su música fuese incluida en la banda sonora del film de Scorsese, ya que su argumento no comulgaba con los valores propios del sufismo.
Nusrat Fateh Ali Khan murió en Londres en agosto de 1997 víctima de una complicación cardíaca.
Dos esenciales de Nusrat Fateh Ali Khan:
Un documental: Voice From Heaven
Este documental de Giuseppe Asaro muestra fragmentos de algunas de las mejores actuaciones de Nusrat Fateh Ali Khan y entrevistas realizadas a amigos, artistas y productores con los que colaboró, entre ellos Rick Rubin, Michael Brook, Sagoo Bally y Asian Dub Foundation. Se grabó entre Pakistán, India, Canada y Estados Unidos.
Una canción: Face Of Love
Es la canción que grabó con Eddie Vedder, vocalista, compositor y líder del grupo Pearl Jam, para la banda sonora de “Dead Man Walking” (Pena de muerte). En este vídeo vemos a Eddie Vedder junto a Rahat Fateh Ali Khan, sobrino de Nusrat.
— Sobre la autora:Nona Rubio es colaboradora de Sociedad Geográfica de las Indias. Le apasiona viajar y nos cuenta historias que hablan de un país inabarcable con el que hay que ser paciente si lo que pretendemos es conocerlo por dentro. Para más información: [Quiénes somos]
En India es dificil encontrar a alguien que no conozca a los Metha. Es como intentar encontrar en España a Penélope Cruz y Javier Barden… La única diferencia es que su relación no es simplemente de amor, sino de sangre.
Dilip y Deepa Metha son hermanos que no sólo comparten familia, sino trabajo y lo que es más… ideales.
Deepa Metha es una de las directoras de cine con mas renombre en la India y prueba de ello son los premios y galardones obtenidos tanto dentro como fuera de su país por películas como la maravillosa trilogía ‘Tierra‘, ‘Fuego‘ y ‘Agua‘. Películas hechas para remover el alma y los sentidos. Dilip es su hermano y compañero de aventuras arriesgadas, y también su director de fotografía y productor.
Juntos trabajan en un maravilloso tandem. Él plasma con la belleza de su fotografía las angustias del alma de su hermana. Ella escribe y produce las imágenes que él lleva en su retina.
Quizás ese sea el secreto de su trabajo: saber mostrar el equilibrio perfecto entre la crudeza hiriente de sus historias y la belleza exultante de su mensaje…
Por eso es imposible quedarse indiferente al ver cualquiera de sus películas, fotografías o documentales.
La noche que mi marido y yo aceptamos la invitación de un amigo para ir a cenar a casa de otro amigo suyo, al que no conocíamos, mis expectativas eran como las de cualquier otra noche: cena tranquila con un grupo pequeño de gente, unas copas y una noche agradable, sin más pretensiones.
Nunca imagine que esa noche sería una de las más impactantes desde que llegué a Delhi, nunca llegué ni siquiera a imaginar que podría estar hablando con Dilip Metha en el salón de su casa…
La casa de Dilip es bonita, pequeña y está escondida entre otras muchas iguales… Su interior, más espacioso de lo que podría parecer desde la calle, denota austeridad y muchas vivencias…
Una vez allí, en la sala central y mientras esperábamos a nuestro anfitrión, yo me distraje mirando las paredes: fotografías de personajes conocidos, cuadros de antepasados indios, figuras de madera, Ganesh, Krishna…, hasta que me sacó de mi abstracción una voz profunda y amable que nos preguntaba en perfecto inglés si queríamos tomar algo… Ahí estaba Dilip Metha delante de nosotros.
Nos fue saludando a los siete amigos uno a uno, a las chicas con dos besos (raro en la India) y a los chicos con un fuerte apretón de manos. Luego empezó una charla distendida y superficial, ahí mismo, todos de pie, diciendo de donde éramos, el tiempo que llevábamos en India, preguntas y respuestas habituales cuando conoces a alguien por primera vez.
Luego su esposa que se unió al grupo con una gran sonrisa, como si fuéramos amigos de toda la vida. ¡Todavía me costaba creer que estaba delante de un director de cine maravilloso y de uno de los mejores fotografos y documentalistas de la India!
Hacia muy poco tiempo que mi marido y yo habíamos visto la trilogía firmada por su hermana, Deepa. Las vimos las tres de un tirón, en una sola noche. Son de esas películas que te dejan sin hablar hasta mucho rato después de pasar los títulos de crédito. Y Dilip, nuestro anfitrión, había sido el asistente de dirección en las tres películas, además del director de fotografía… La persona capaz de plasmar con imágenes, con luces y sombras, lo mejor y lo peor de la India con una sinceridad aplastante y una belleza abrumadora.
Poco a poco la conversación se fue haciendo más amena y nos fuimos acomodando en un saloncito no muy grande pero sí muy acogedor, lleno de sofás alrededor de una gran pantalla de televisión. A la derecha de la televisión había fotografías inéditas de Michael Jackson, tomadas por Dilip durante una de las muchas estancias que pasó con él en su casa. Le pregunté por ellas y me contestó que eran fotos “personales”, que ése era “el verdadero Michael Jackson”, no el personaje, y que eran las fotos que le permitían recordar a un amigo tal y como era.
Después Dilip apagó las luces y nos puso el documental “The Forgotten Woman” (“La mujer olvidada”). Dilip se levantó despacio y salió sigilosamente del salón, dejándonos allí a nosotros absortos y sumergidos en el drama real y brutal de las viudas en la India.
No os contaré aquí la belleza y la dureza de sus imágenes, ni la tristeza y la rabia que pueden provocar. Espero que podáis tener la ocasión de verlas vosotros mismos y podáis experimentar en primera persona las contradicciones de esta India tan sorprendente. A continuación, el trailer:
El documental terminó y todos permanecimos a oscuras y en silencio, supongo que cada uno sumergido en sus propios pensamientos y sentimientos.
No recuerdo cuánto tiempo estuvimos así, sólo que de repente Dilip estaba otra vez allí, sentado al lado de la televisión con una gran sonrisa en los labios y mirándonos también en silencio. En ese momento pensé, esta satisfecho con lo que reflejan nuestros rostros: confusión, tristeza, indignación, impotencia…
Inmediatamente empezó a acribillarnos a preguntas sobre qué nos había parecido, qué pensábamos, cómo nos sentíamos… ¡Como si necesitara nuestra opinión para confirmar lo que ya miles de personas habían dicho antes que nosotros, lo que la critica más experta opinaba, lo que confirmaban los premios recibidos en todo el mundo!
Pero, si, increíblemente a Dilip le interesaba nuestra opinión, nuestra perspectiva del problema, nuestras “posibles soluciones”. Supongo que por eso de cuando en cuando le gusta organizar estas proyecciones privadas en su casa, para desafiar a la gente y a él mismo…
La conversación con Dilip y su mujer se prolongó hasta bien entrada la madrugada. Allí fue cuando nos explicó cómo “The Forgotten Woman” había surgido a raíz del rodaje de “Agua”, nos dijo que la situación de las viudas en India era tan impactante, abrumadora e indignante que no podía dejarse allí, en una sola película ambientada en los años 40… Había que mostrar la situación real de todas esas mujeres, unos 20 millones, el equivalente a la población de Canadá, pero hacerlo a día de hoy, sin enmascararlo en el pasado, en el siglo XXI, con todo su realismo, su crudeza y su verdad.
Foto: Noemi Weis
Quizás sea por eso que Dilip todavía no ha conseguido que nadie de la industria del cine en India quiera comercializar su documental en la gran pantalla. Según el, “no hay interés en ver esa realidad que hoy en día sigue ocurriendo en nuestro país, en nuestras familias. Más bien lo contrario: produce miedo el enfrentarse a los fantasmas, sobre todo cuando estos no son del pasado, sino de hoy mismo”.
Continuamos la velada entre nuestras incansables preguntas, sus inagotables anécdotas del rodaje, nuestra sorpresa y sus risas…
No sé qué me sorprendió mas de aquella noche, si la amabilidad, la humildad y la cercanía de un personaje de la talla de Dilip Metha o si su finísimo sentido del humor, su sincera franqueza y su confiada esperanza en un cambio con el que lleva soñando décadas y que refleja en sus cientos de fotos y en sus películas.
Esa noche maravillosa en casa de Dilip Metha me permitió, gracias a su documental y a su persona, entender que la situación de las viudas en la India es sólo una de las caras de la moneda, Dilip Metha y otros muchos como él, la otra cara… Y yo me siento profundamente afortunada de poder conocer las dos.
Gracias Dilip Metha por darme la oportunidad de disfrutar de una de mis mejores noches en India y por enseñarme que la autocrítica es la mejor herramienta para la esperanza.
Ya vimos en artículos anteriores que el hinduísmo más que una religión es una forma de vida. Quizás por eso, en sus orígenes el hunduísmo se practicaba al aire libre y no había templos tal y como los entendemos ahora. El lugar de culto era algo que se construía de forma provisional, que se establecía allí donde cada uno elegía para meditar o rezar.
Hoy, a diferencia de una iglesia o una mezquita, un templo hindú no está concebido como un lugar para congregar a los fieles o practicar el culto. Se entiende más bien como un “hogar” para la presencia divina, en cualquiera de sus formas.
Por ejemplo los hindúes no celebran una boda o un funeral dentro del templo, sino que lo hacen en casa u otros lugares.
Cuando un individuo crea un mándala o un yantra sigue una tradición precisa que le lleva a representar de una manera especial el drama mismo de su alma.
Los mándalas (o mandalas) y los yantras son diagramas sagrados utilizados por el budismo y el hinduismo para representar la estructura del Universo y del ser humano, en cuanto a réplica microcósmica del macrocosmos. Estas pequeñas muestras totalizadoras de la proyección geométrica del comos se suelen organizar mediante un círculo (centro del universo y soporte de concentración) inscrito dentro de una forma cuadrangular. En la práctica, los yantras hindúes son lineales y geométricos, mientras que los mándalas budistas son figurativos.
El estilo y significado específico de cada mándala o yantra se explica según la época y la comunidad que lo realiza. Sin embargo, todos tienen algo en común: su patrón está organizado alrededor de un punto o raíz central, conocido como bindu, que representa la matriz creadora del universo, su misma esencia.
Un camino de ida y vuelta
La creación de un mándala o un yantra es, además de un minucioso trabajo que desarrolla la paciencia y la constancia, una meditación activa, un poderoso instrumento de concentración y relajación. La relación que se establece a través de la contemplación de su geometría conduce a un estado mental que invita a explorar los rincones de la psique.
Psicológicamente la forma en que se dibuja y/o pinta un mándala o yantra tiene un simbolismo especifico. Así, cuando se comienza desde el centro hacia fuera se hace presente una exteriorización de las emociones, mientras que de fuera hacia dentro es la búsqueda del propio centro y la asimilación del conocimiento la que se hace patente.
La psicología occidental y los mándalas
Uno de los padres de la psicología, Carl Gustav Jung, investigó los mándalas como fenómenos psicológicos. Para Jung, que consideraba que el hombre moderno estaba desintegrado, separado de sí-mismo, el mándala constituía una forma arquetípica capaz de contribuir a su integración.
“Hoy día el símbolo geométrico del círculo ha vuelto a desempeñar un papel importante en la pintura. (…) El círculo es un símbolo de la psique. El cuadrado es un símbolo de materia terrenal, del cuerpo y de la realidad. En la mayoría del arte moderno, la conexión entre esas dos formas primarias es inexistente o libre y casual. Su superación es otra expresión simbólica del estado psíquico del hombre del siglo XX: su alma ha perdido las raíces y él está amenazado por la disociación. (…) Pero la frecuencia con que aparecen el cuadrado y el círculo no debe desdeñarse. (…) Esas formas aparecen, a veces, como si fuesen gérmenes de un nuevo crecimiento». (Carl Jung)
Jung cuenta en sus memorias que durante la Primera Guerra Mundial, siendo comandante de un campamento de prisioneros en Suiza, empezó a dibujar cada mañana un mándala que reflejaba su estado de ánimo interno. Según él, era como una radiografía de su psiquis. En ella iba observando cambios sutiles en su crecimiento personal. Era como si fuera armonizándose en torno a un núcleo, un punto central, un centro magnético que lo iba conduciendo hacia una paulatina integración. Fue así como comprendió que la meta del desarrollo del individuo es su Ser, y que su evolución no es lineal, sino espiral.
Prueba con el Sri Yantra
En India, la práctica de pintar mándalas es algo común. Existen libros, similares a los cuadernos de colorear para niños, con ilustraciones de mándalas dispuestos para ser coloreados. Se trata de un ejercicio que no requiere una destreza especial. Lo importante es dejarse conducir intuitivamente por las figuras geométricas hacia las infinitas posibilidades de subconsciente humano.
El yantra más famoso es el Sri Yantra que se compone de nueve triángulos yuxtapuestos y colocados de forma que dan origen a 43 pequeños triángulos. Cuatro de los nueve primeros triángulos están orientados hacia arriba y representan simbólicamente la energía cósmica masculina Śivá; los otros cinco triangulos se orientan hacia abajo y representan la fuerza femenina Śakti. Estos triángulos están rodeados de un loto de ocho pétalos que simboliza a Vishnú. Envolviéndolo, un loto de dieciséis pétalos, representa el poder del yogui sobre la mente y los sentidos. Encerrando este loto se encuentran cuatro líneas concéntricas que se conectan simbólicamente con los dos lotos. La triple línea que lo rodea designa la analogía entre el universo entero y el cuerpo humano.
La levedad del ser
A menudo, los mándalas o yantras se elaboran con elementos frágiles y perecederos como arena, pétalos de flores o arroz. La construcción de un mándala de este tipo es minuciosa y lleva varios días. Sin embargo, una vez terminado se destruye para cumplir con uno de los propósitos fundamentales de su filosofía: mostrar la impermanencia de las cosas promoviendo el desapego.
— Sobre la autora:Nona Rubio es colaboradora de Sociedad Geográfica de las Indias. Le apasiona viajar y nos cuenta historias que hablan de un país inabarcable con el que hay que ser paciente si lo que pretendemos es conocerlo por dentro. Para más información: [Quiénes somos]
Un ashram es una comunidad espiritual en la que convive un maestro o guía junto a sus discípulos. Se trata de lugares tranquilos donde se imparten clases de yoga, meditación o canto, y donde se estudian textos sagrados del hinduismo como los Vedas, los Upanishads o el Bhagavat Gita. También es el lugar donde viven los sannyasis, monjes que han renunciado a la vida mundana y que peregrinan de ashram en ashram entregados a la vida espiritual.
Además de la comunidad, más o menos estable, están permitidas las visitas temporales. Aunque, normalmente, los ashrams no estipulan una cuota fija por la estadía sí que admiten donaciones acordes a las posibilidades de cada visitante.
India es un país de gran extensión. De punta a punta y en línea recta, hay una distancia parecida a la que hay entre Madrid y la costa de Nigeria. De lado a lado, algo así como de Barcelona a Bucarest, en Rumanía.
No es de extrañar que en tanto territorio quepan tantas lenguas, dialectos e idiomas diferentes.
Pero además India cuenta con una historia riquísima y una enorme capacidad para la asimilación de influencias manteniendo su propia identidad.
Todo ello ha permitido que hoy en India haya más de 400 lenguas y casi 2.000 dialectos. Una auténtica Torre de Babel, en un meritorio país capaz de organizarse con tal diversidad.
Como curiosidad, los billetes de banco llevan por detrás la cantidad escrita en 15 lenguas diferentes:
Las estaciones de tren en India no son para pusilánimes, y menos las de las grandes urbes. Inaugurado en 1853, el sistema ferroviario del Mumbai es complejísimo. A primera hora de la mañana el espectáculo está garantizado en todas las estaciones de la gran urbe. Pero son los dabbawallas (literalmente «hombre que lleva una caja cilíndrica con comida») los pasajeros más numerosos y famosos de los trenes mumbaitís.
Foto por: Meena Kadri (Flickr)
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