Nuestra colaboración con Wildlife SOS India
Sociedad Geográfica de las Indias, desde hace 3 años, contribuye al apoyo económico de la ONG de defensa de los animales Wildlife SOS y su centro de osos cercano a Agra.
Esta ONG rescata los osos de la raza sloth que han sido maltratados y adiestrados para ser explotados en las carreteras y ferias, conocidos como dancing bears (osos bailarines). La costumbre de los osos bailarines fue comenzada hace siglos, en la era mogol, y fueron (y son) la tribu nómada de los Kalandars quienes se han encargado de hacer lo necesario para convertir a un oso en un muñeco de feria: taladrar su paladar para introducir un bozal que le acompañará toda la vida y maltratarle para que aprenda los números circenses más famosos, como ponerse de pie, coger un palo y hacer como si fumase.
La ONG ha conseguido recuperar más de 600 osos en la zona… conscientes de que con ello también privaba a los kalandars de su tradicional modo de vida. Para evitar esas consecuencias, la ONG ha creado cooperativas de artesanía para que esta tribu genere sus propios recursos económicos sin tener que recurrir al maltrato animal.
Los clientes de Sociedad Geográfica de las Indias son bienvenidos al centro de rescate de osos para comprobar los trabajos de las ONG y colaborar, si lo desean, con la comopra de artesanía realizada por los Kalandars o camisetas con algunas imágenes de algunos de ejemplares de Oso, como Boop Singh.
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Sobre el autor: Pablo Pascual es Director de Sociedad Geográfica de las Indias. Gran conocedor de India, Pablo se obstinó en ofrecer lo que a él le gustaría encontrar en el sector de agencias de viajes tradicionales: especialistas por destino con un solo propósito, la calidad. Para más información: [Quiénes somos]
Mumbai y su chaat: el Bhel Puri
En todos los países existe una ciudad donde los sueños pueden hacerse realidad, y en India, esa ciudad es Mumbai.
Ciudad de contrastes por antonomasia: antigua y moderna, tremendamente pobre (tiene el triste honor de albergar el segundo suburbio más pobre de Asia: Dharavi) y descaradamente rica (a los rascacielos de Nariman Point se desplazan diariamente miles de financieros para negociar millones de dólares).
En ella, se baila hasta el amanecer, pero aún se sigue rezando al alba; concurren naturalmente noctámbulos y místicos.
Es la ciudad donde Mukesh Ambani (la mayor fortuna de India) se está construyendo una casa de veintisiete plantas, con un servicio de seiscientas personas para una familia de sólo seis miembros.
Y es, simultáneamente, la urbe donde encontraremos callejones atestados de gente en los mercadillos de Null y Chor, donde artesanos de Lucknow bordan maravillas en seda, y joyeros crean sueños en diamante, oro y exóticas gemas.
Los mumbaitíes miran a su ciudad con tremendo orgullo y con una pasión que suele exasperar al resto del país y a visitantes extranjeros que no tienen recato en calificar de arrogante una actitud vital de extrema dignidad y genuina solidaridad, demostrada hasta el denuedo tras los trágicos ataques terroristas sufridos en Noviembre de 2008.
El patio del recreo de Mumbai son sus dos playas emblemáticas: Chowpatty y Juhu. Un paseo al atardecer por ellas en sábado o domingo, dejándose llevar por la marea de gente que mira sin ver, por las familias que se reunen en la arena, por los niños semidesnudos que chapotean con neumáticos usados (pese a que las aguas no son aptas para el baño), por las parejas que timidamente se arrullan y besan a escondidas, por los charlatanes que venden la buenaventura, por las pandillas de adolescentes que sueñan con amores de cine y cantan a sus ídolos….., es la mejor inmersión en un pais, en una sociedad viva y apasionante como la de Mumbai, crisol de toda la India.
A los indios en general, y a los mumbaities en particular, les encanta comer entre horas. Para ellos, toda comida debe incluir un alimento consistente, bien sea un plato de arroz, un «dal» o alguna clase de pan. Cualquier otra cosa se considera sólo un tentempié, mera excusa para acercarse al puesto más cercano para tomar un «chai masala» y aprovechar para departir con compañeros y transeúntes. Entre esos tentempiés están los «chaat», término que literalmente significa «producto para lamerse los dedos».
La sublimación de los chaat la encontramos en Mumbai (y dentro ella, en las playas de Chowpatty y Juhu) cuyos innumerables puestos callejeros compiten entre sí no sólo en calidad gastronómica, sino también en apariencia externa, colorido, música más moderna y atronadora……. Tal es su éxito que se han exportado a toda India.
El chaat predilecto de Mumbai es el llamado «bhel puri», una sabrosa mezcla de arroz inflado, patata, mango verde, hojas de cilantro y menta, jengibre, tomate y el secreto «chaat masala» (aderezo de sal negra, limón, chile, comino y mango verde en polvo), servido en hojas de banano o boles metálicos, todo ligado con chutney ácido de tamarindo.
Se prepara en el acto, a la vista del cliente, quien si es ya un iniciado, puede sugerir más o menos picante, más o menos ácido, según su gusto personal. Ni sacia el hambre, ni es nutricionalmente equilibrado, pero probar uno en Chowpatty Beach un sábado al anochecer, es una de las experiencias más enriquecedoras para cualquier visitante de mi querida Mumbai.
Mumbai, Yaar!!!!!
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Sobre la autora: Belén García-Martín viaja cada año a India, casi siempre en solitario, país que ha recorrido de norte a sur, y de este a oeste, para reencontrarse con viejos amigos, hacer otros nuevos, y lo que más le apasiona: sentir, oler, oír, ver, tocar y vivir en hindi… Para más información: [Quiénes somos]
Las castas en India. Preguntas típicas
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¿Existen todavía las castas?
Sí, todavía existen las castas. Aunque según la Constitución india está prohibido todo sistema de clasificación de la sociedad en castas, no ha sido posible borrar esta práctica tan arraigada en la sociedad. Es cierto que hoy ya no existen en su forma original, pero de alguna manera las castas bajas siguen existiendo, sobre todo en las zonas más rurales y aisladas del país.
Hoy, por ejemplo, cualquier persona puede ir al ejército o cualquier puede montar su negocio. Uno puede ser de casta brahmin y ser un soldado o policía o ser empresario.
Sin embargo, una persona de casta guerrera puede tener muchos conocimientos religiosos pero nunca podrá ser un sacerdote de templo. Todos los sacerdotes son brahmines… pero todos los brahmines no son sacerdotes.
No obstante, la principal presencia de las castas en la sociedad india actual es en el estigma que producen.
¿Casta y clases son diferentes?
Sí. Existen las castas y las clases sociales. Uno puede ser de casta alta pero de clase baja, o de casta baja pero de clase alta… aunque de este segundo ejemplo hay muy pocos casos, ya que las castas bajas no suelen contar con las mismas oportunidades.
Por ejemplo, un sacerdote es de casta alta sea pobre o rico… mientras que el dueño de una importante fábrica de zapatos (clase alta) puede ser de casta baja y de clase alta.
¿Es posible saber la casta de una persona a simple vista?
No. Aunque en el pasado existían códigos para saberlo, en realidad ya no es muy fácil.
En algunos casos por la profesión de la persona se puede saber su casta. Por ejemplo los basureros, los zapateros (que trabajan con cuero y otros materiales considerados impuros), los barberos etc. y todos los que hacen trabajos considerados sucios son de casta baja y cualquier persona no haría este trabajo. Un conductor de un camión de limpieza siempre será de casta baja. Como hemos mencionado, un sacerdote siempre será de casta alta.
En algunos casos el apellido de la persona indica su casta o subcasta. No debemos olvidar que todo esto existe solamente dentro de la sociedad hindú (no en la sikh o musulmana, por ejemplo).
¿Las castas existirán siempre o se podrán erradicar?
Hoy, por ejemplo, hay partidos políticos que representan a las castas más bajas (dalits) y luchan por su causa.
En la vida cotidiana, sobre todo en las zonas urbanas, la casta no interviene demasiado. En una oficina los compañeros trabajan juntos e incluso comen juntos, independientemente de estas «diferencias». Pero incluso en la sociedad moderna es frecuente que se mire con lupa la cuestión de casta a la hora de casarse.
Teniendo en cuenta que las castas forman parte de la tradición y la organización de la sociedad desde hace siglos, podríamos decir que este sistema es imposible de erradicar de la sociedad.
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Sobre el autor: Amarjeet Singh es Coordinador de viaje y guía personal para Sociedad Geográfica de las Indias. Licenciado en Filología Hispánica, es amante de España y la cultura hispánica y un gran humanista interesado en el encuentro entre culturas. Para más información: [Quiénes somos]
Las castas en India
Las clases sociales existen en todos los países, pero en la India además de las clases sociales existen las castas. Este sistema surge y se desarrolla básicamente dentro de la religión hindú, aunque se ve su influencia en las otras religiones cercanas al hinduismo.
La rupia india ya tiene símbolo
India ya presume de tener un símbolo identificativo de su moneda, la rupia, lo que la equipara a algunas de las monedas más reconocidas a nivel internacional, como el euro (€), el dólar ($), el yen (¥) o la libra (£).
La moneda india se identificaba a veces con las siglas INR (Indian Rupee) y otras con la abreviación Rs (Rupees). A partir de ahora será representado con un símbolo que aúna la letra «R» del alfabeto latino con la letra «Ra» de la escritura devanagari:
El proceso comenzó hace algo más de un año, cuando el Ministerio de Finanzas indio determinó que contar con un símbolo identificativo o una imagen internacionalmente reconocida de su moneda sería muy conveniente para su país y contribuiría a ganar mayor peso en los mercados.
Para dedicir cuál sería ese símbolo se convocó un concurso público al que se presentaron más de 3.000 propuestas.
El símbolo ganador, diseñado por un licenciado en Tecnologías de la Información (Udaya Kumar), ha sido premiado con 5.000 dólares. Una cifra casi insignificante si lo comparamos con los costes que conllevará implementar este nuevo símbolo en el intrincado sistema económico y financiero indio, incluyendo todos los sistemas informáticos, lo que se calcula que supondrá unos dos años.
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Sobre el autor: David Martín es colaborador de Sociedad Geográfica de las Indias. Fascinado por India, sus gentes y su diversidad, David colabora con Sociedad Geográfica de las Indias desde 2008, haciéndolo compatible con su trabajo en organizaciones como Unicef o Amnistía Internacional. Con nosotros ha dirigido la estrategia de comunicación y redes sociales hasta 2011 y actualmente colabora aportando una visión humana, transformadora y comprometida, asegurando que un viaje exclusivo y de alta calidad sea compatible con una experiencia enfocada al descubrimiento y el respeto por las personas y las costumbres locales. Para más información: [Quiénes somos]
Una noche en el Taj Lake Palace, de Udaipur: un sueño oriental
Atravesamos la ciudad en fiestas, llena de colorido, hasta llegar a las primeras instalaciones del hotel: un precioso embarcadero, con templetes y arcos de hierro forjado y muebles de mimbre, donde unos amabilísimos empleados nos recibieron ofreciéndonos unos zumos de fruta y toallitas húmedas para refrescarnos. Hacía mucho calor aunque había empezado a llover, y el amable refrigerio nos vino estupendamente.
Abordamos la barca, con su bonito toldo que nos protegió de la lluvia, y atravesamos el gran lago de Udaipur, el lago Pichola, hasta su centro, donde está situado el hotel Taj Lake Palace, nuestro destino.
Una recepción digna de «maharanas».
Este es hoy el espléndido Palacio del Lago, que se consideraba la residencia de verano de los maharanas. Los gobernantes de Udaipur se llaman maharanas, que quiere decir “gran guerrero” (maharaja significa “gran rey”) debido a su carácter luchador e independiente.
Frente al hotel, a orillas del lago, se alza orgulloso y espléndido el Palacio de la Ciudad o también llamado City Palace o Palacio del Maharana, una amplísima y espectacular construcción que se llevó a cabo en unos dos siglos.
Desembarcamos en la escalinata exterior y accedimos al hotel, el espléndido Jag Niwas o Palacio del Lago, que ocupa por completo la superficie de una isla en el centro del lago, por lo que parece un palacio flotante.
Construído en 1746, su entrada está flanqueada por dos elefantes de mármol negro, en contraste con el palacio, casi todo él en mármol blanco.
Tras recibir el saludo de los amabilísimos empleados de la recepción, deambulamos por el enorme vestíbulo admirando los innumerables detalles de la suntuosa decoración, hasta que llegó el momento de instalarnos en nuestras habitaciones.
La que compartíamos Isa y yo constaba de un pequeño vestíbulo con un armario de madera oscura en el que se abría la puerta acristalada del baño, espacioso y sencillo aunque abundante en detalles exquisitos.
Una habitación de ensueño.
En cuanto a la habitación, tenía dos camas con mesillas, el tradicional banco para las maletas en madera oscura, una maciza cómoda con cajones sobre la que se asentaba un gran televisor de plasma; una mesa escritorio con trabajo de taracea y una silla tapizada con la madera igualmente decorada.
Junto a una de las camas, bajo el ventanal que dejaba ver la belleza iluminada del Palacio de la Ciudad, una chaise-longue con reposapiés extraordinariamente cómoda.
La habitación se prolongaba en un pequeño saloncito con una mesita y dos sillones; sobre la mesa, el periódico local de Udaipur, un jarrón con flores y la acostumbrada bandeja con frutas, servilletas y cubiertos.
El saloncito hacía un ángulo que, en el lado derecho, ostentaba un ventanal con hermosos arcos lobulados y en el izquierdo un gran diván con cojines que corría a todo lo largo de la pared. Un delicado labrado con motivos florales sobre el diván completaba la exquisita decoración.
Por supuesto toallas, albornoces, zapatillas y batas eran de excelente calidad y todo invitaba a instalarse confortablemente. Nos duchamos, nos cambiamos de ropa y cuando nos disponíamos a dar una vuelta por el hotel nos llamó mi hija, diciéndonos que bajáramos a su habitación, en el primer piso.
Lo hicimos, y lo primero que nos sorprendió fue ver que no se abría, como las demás, al pasillo, sino que se accedía a ella desde un pequeño vestíbulo en el que destacaban dos grandes figuras de madera policromada, muy modernas y estilizadas, de un hombre y una mujer ataviados con los trajes nacionales.