Bután despliega una diversidad y cultura únicas que lo convierten en una de las naciones más exclusivas del mundo cuando hablamos de viaje y naturaleza. Descubre estas experiencias en Bután que quedarán grabadas en tu memoria para siempre.
Escrito por: Alberto Piernas
Experiencias en Bután únicas
Abrazado por dos gigantes como son India y China, Bután florece en el corazón de Asia como una promesa cumplida, un lugar feliz que escribe sus propias reglas. El considerado como país más feliz del mundo cuenta con diversas políticas y prácticas que fomentan la atención médica y educación gratuitas, además de la conservación de medio ambiente, identidad y cultura.
Un ADN que susurra entre valles de cuento, ríos legendarios y templos que parecen volar sobre las montañas. Postales de un país mágico donde poder vivir momentos irrepetibles y únicos. Por ejemplo, estas experiencias de Bután que bien merecen una oportunidad.
Visitar un dzong
En el mundo existen diversos ejemplos de arquitectura típica que hablan de la cultura de un determinado país. Y en el caso de Bután, su identidad no se entiende sin la presencia de sus dzongs, o fortalezas-monasterios. Antiguos refugios para los monjes budistas cuya época de esplendor tuvo lugar en el siglo XVII, si bien hoy este legado perdura entre modos de vida espirituales que abrazan iconos como el dzong Trongsa, el más grande de todo Bután; el dzong Lhuntse, ubicado junto al río Kuri; o el dzong Punakha, en la ciudad homónima.
Asistir a un baile de máscaras
Tamzhing es el hogar original de diversas danzas sagradas llamadas cham, las cuales se celebran durante los tradicionales Tshechu (festivales) alrededor todo Bután. Las danzas religiosas evocan la tradición viva mediante la cual Pema Lingpa buscó enseñar budismo en Bután. El monasterio de Tamzhing es el lugar donde se originaron las danzas sagradas de las tradiciones Peling de las que hoy puedes ser testigo a fin de disfrutar del auténtico folclore local.
Disfrutar de un paraíso del trekking diferente
El Parque Nacional Jigme Dorji es considerado por muchos como «el paraíso del trekking«. Y es que caminar por los bosques del santuario protegido más grande de Bután te sumergirá en un tupido follaje, senderos épicos y la oportunidad de observar numerosas especies exóticas como el tigre de Bengala, el leopardo de las nieves, el panda rojo, el oso negro y el ciervo almizclero del Himalaya. Además, el parque alberga tres de los principales ríos del país y complejos de aguas termales naturales que suponen la mejor recompensa a una caminata inolvidable.
Una artesanía única
Una de las claves tras la felicidad de Bután consiste en la preservación de la artesanía nacional a través de 13 tipos de artes englobadas bajo el paraguas ‘zorig chusum‘. Una iniciativa que hoy protege el Instituto Nacional de Zorig Chusum de Timbu, junto a diversos talleres y centros artesanos repartidos por todo el país. 13 artes y oficios que puedes descubrir a través de su carpintería (shingzo), el tallado de madera o «parzo», o la tradicional pintura conocida como «lhazo» a través de espacios que suspiran el orgullo por el legado, ofreciendo una experiencia auténtica, única.
Visitar una capital sin semáforos
Timbu es la única ciudad del mundo que no cuenta con semáforos, dada la baja intensidad del tráfico. Además, bajo esta premisa se esconde la preferencia de Bután por evitar, en la medida de lo posible, que la tecnología interfiera con la población local, de ahí que, en lugar de semáforos, encontramos policías de tráfico para controlar la circulación de los coches.
Ver la montaña más alta no escalada del mundo
Gangkhar Puensum, con 7.570 metros de altura, está considerada como la montaña no escalada más alta del mundo pero, ¿por qué? Las tradiciones butanesas impiden prácticas de aventura en aquellos picos y cumbres de carácter sagrado para así no «molestar» a los lugareños y los ancestrales espíritus. En cualquier caso, admirar esta maravilla de la naturaleza supone un regalo para los sentidos.
Un turismo controlado
Bután regula el turismo como forma de preservar sus tradiciones y evitar la masificación de sus paraísos. Y una de sus estrategias consiste en exigir una tarifa diaria obligatoria que oscila entre los 200 y 250 dólares que incluye comida, guías y alojamiento. En un mundo donde pensamos que podemos acceder adonde queramos y hacer un libre uso de los espacios, Bután te recuerda que el turismo puede encauzarse en la dirección correcta a la hora de proteger la identidad de un país, algo inaudito en cualquier otro destino del planeta.
¿Te gustaría vivir estas experiencias únicas durante tu viaje a Bután?