Escrito por: Esther Pardo
Nepal, el país que descansa resguardado por el Himalaya y único reino hindú del mundo hasta hace ocho años, es un lugar en el que habitan un sinfín de etnias de Nepal, cada una con sus propias costumbres y cultura, dotando a este estado de la categoría de multiétnico por derecho propio.
Dada su herencia india, la población de Nepal se organizaba en función del sistema de castas. El cerca de centenar de etnias que pueblan el territorio estaban divididas y ordenadas por la pertenencia a las castas altas o bajas, cada una con su micro-cultura determinada por la tradición hasta que, una vez terminada la guerra civil (2001-2006), la recién constituida república abolió esta estructura en 2008.
Si echamos un vistazo a la demografía nepalí, las que fueron las castas dominantes y que, por herencia, siguen en ese rol, son el grupo étnico de los Chhettri y los Brahmanes (en total constituyen cerca del 30% de la población). Su lengua, el nepalí, se erigió en idioma nacional del país, dado su número y capacidad de influencia en las cuestiones de estado.
Los Magars, por su parte, son el grupo indígena más numeroso de Nepal, aunque no lleguen al 8% de la población (5 millones aproximadamente en todo el mundo), lo que da una idea del gran número de minorías étnicas que pueblan el país. Pese a su tradición budista, incorporaron rituales hinduistas, lo que les garantizó posicionarse entre los estamentos dominantes, aunque en la actualidad se están quedando descolgados del proceso de crecimiento socio-económico. En lo que respecta a su organización familiar, el elemento que les distingue de otros es la fuerte vinculación entre tío materno y sobrino. La razón fundamental de este lazo es la de establecer matrimonios entre primos y mantener unido al grupo gracias a la endogamia. Así dicta la tradición.
Al sur de Nepal, lindando con el noroeste de India se encuentran los Tharu, el grupo más grande y antiguo de la región de Terai, posicionados sólo un peldaño encima de los intocables. Su aislamiento geográfico les permitió perpetuar una cultura única de gran espíritu comunitario, ya que parte del pueblo Tharu (en torno al 7%) vive en casas comunitarias de más de un centenar de habitantes. Partidarios del hinduismo, también profesan el budismo, islamismo y prácticas animistas.
Los Tamang, originarios del Tíbet – al igual que los Sherpas que más tarde se incorporarían a la geografía nepalí-, se asentaron fundamentalmente en las colinas de Katmandú. De sus orígenes todavía les queda su idioma, el tibetano-birmano practicado en numerosos dialectos.
Otro de los pueblos indígenas más numerosos de Katmandú es el de los Newar. Establecidos en la zona desde tiempos prehistórico, muchas de las castas en las que se subdividía este grupo se dedicaron al comercio, de ahí que se establecieran en la principal zona urbana del Nepal, favoreciendo el desarrollo de la arquitectura religiosa newarí, característica de la zona.
Sin embargo, pese a ser estos los grupos mayoritarios, aún hay una inmensa cantidad de minorías que pueblan el paisaje nepalí. Gracias a la diversidad étnica que se traduce en una rica variedad cultural y lingüística, este país es uno de los más atractivos e interesantes del planeta.