Una carta desde Madurai

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Sur de India: Madurai

Madurai gira en torno a su Meenakshi Temple, uno de los templos más grandes de toda India. © Vinoth Chandar



Abre esta carta. Huele a incienso, mango y colores que aún no existen.

Escrito por: Alberto Piernas

madurai en india

Hay rangolis encendidos y tantas flores como oraciones en las calles. © Alberto Piernas

Querido tú:

Llegué a Madurai de madrugada, tras cruzar la selva de Kerala en un autobús, un festín de axilas y ronquidos, brisa fresca por la lluvia y aves tropicales sobrevolando el interior. A estas horas, esta icónica ciudad del sur de India ya está despierta, pero se despereza de forma tímida: a lo lejos se adivina la primera caricia del sol y en las calles que rodean el Meenakshi Temple, el lugar más famoso de la ciudad, los tullidos dan vueltas arrastrándose mientras los ciudadanos saltan sobre ellos cargando flores y fruta, así es India en ocasiones. En la calle que conduce a la fachada oriental del templo, hay un hombre que engarza las coronas de flores marigold, y una mujer vende té en un puestecito donde luce un rangoli, o una entrada al universo pintada con tiza de colores.

meenakshi temple

En Madurai, todo gira en torno al Meenakshi Temple. © Alberto Piernas

Azul, rosa, amarillo, verde, rojo, tantos colores envuelven el Meenakshi, el único templo dedicado a una diosa de toda India, donde los móviles están prohibidos y las colas para entrar se dividen entre hindús que buscan la bendición del dharsain, y los extranjeros que nos conformamos con caminar por los increíbles patios custodiados por gopuram, o las torres-umbral cubiertas de figuras de mil colores. Hay un elefante engalanado en la puerta que quiere escapar en silencio, el suelo está mojado, teñido de pétalos, las palomas tienen suerte de juguetear con sus patas entre los tejados.

banana market en madurai

Banana Market, uno de esos lugares secretos de Madurai ideales para perderse. © Alberto Piernas

Pero Madurai es mucho más: es caótica pero segura, una tierra de néctar (Madhurapuri) a la que Shiva intentó traer el océano contenido en una pecera. En el Banana Market, los colores de las frutas compiten con el azul que todo lo inunda. Un hombre pinta un cuadro religioso y me enseña a lo lejos sus manos cubiertas de arcilla, alguien come un plato de arroz biryani junto a un cartel de cine tamil y dos niños charlan mientras tiran de un pequeño búfalo.

He levantado la mirada hacia las cúpulas del Palacio Thirumalai Nayak Mahal, construido en el siglo XVII entre rosas, amarillos y blancos. Las hojas de mango en las puertas y los largo paseos nocturnos hasta el Gowri Parvathi Bhavan, un restaurante muy local donde preparan un dosa crujiente y delicioso.

que hacer y ver en madurai

Todas las puertas están protegidas en Madurai. © Alberto Piernas

Madurai la nuit, ya no quedan barcas en el templo flotante de Vandiyur Mariamman Teppakulam recorro la avenida donde la luna se refleja en todos los charcos, he aprendido a cruzar los pasos de cebra sin esperar a que los tuk tuks se detengan. Quería decirte que aquí estoy bien, los dioses me protegen, no necesito volver. La sonrisa es el código de todos los viajes, me lo dice el vendedor que vuelca té chai desde las alturas o la mujer del puestecito azul que me ha enseñado como apartar amablemente a una vaca invasiva. Regreso al templo, esta noche hay una ofrenda, huele a lumbre e incienso y en mi bolsillo, también aquí dentro, han brotado nuevos colores.

Ojalá tenerte aquí, de viaje por India.

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