Viajar a través de nuevos aliados se convierte no solo en un desafío para la imaginación, sino en la posibilidad de descubrir un destino a través de otros prismas como, por ejemplo, el siguiente viaje ilustrado. Sumérgete con nosotros en el universo de luz y color del diseñador Ranga Krishnamani que acompaña el cuento de Sita por el mundo.
Escrito por: Alberto Piernas
El ilustrador indio Ranga Krishnamani, a través de su trabajo nos hace viajar a una India llena de historias y matices. De aprendizaje.
A través de las siguientes ilustraciones, seguimos los pasos de la protagonista de nuestra historia, Sita, y todas las enseñanzas que ella encierra….
¿Te vienes con nosotros a través del siguiente viaje ilustrado?
No supo en qué momento, Sita despertó allí, en la selva. El aire traía aroma a mangos y el sol dejaba entrever los restos de la lluvia. El aire era más puro y la primavera le confesó al oído que nunca había visto así los manglares y las palmeras. Las garzas que ahora llegaban en bandadas ocupando a su antojo cada uno de los rincones de Kerala. Un mundo nuevo, uno que hasta entonces ella se había limitado a ojear desde lejos.
Sola en mitad del trópico, Sita avanzó, hasta toparse con un templo. A medida que fue recorriendo sus pasillos, pudo reconocerlo, tanto la arquitectura como la antigua habitación del maestro. Gritó su nombre, pero nadie le contestó. Avanzó hasta entrar en una habitación, donde un hombre iluminaba una estatua de Ganesha. Alguien le llamó por teléfono: «La esperanza es lo que nos queda», dijo al terminar la llamada.
Consciente de su soledad en aquel mundo silencioso, Sita llegó a un pueblo desierto. Era de noche, y en lugar de andar, ella se movía a la velocidad de las mariposas. En una callejuela, una pareja en moto se dispuso a abandonar el barrio. «¡Quedaos en casa!», gritó Sita. Pero tampoco la escucharon. Solo entonces, recordó lo mucho que echaba de menos a su ex-novio. Ahora tenía mucho tiempo para pensar.
Los cchatris de Rajastán, ahora tan vacíos de visitantes que podía escuchar los susurros de viejos maharajás. «Era necesario» dijo uno de ellos, mientras pasaba el dedo por encima de una de las cúpulas amarillentas.
Al volver hacia casa, contempló en los balcones, madres e hijos colocando grandes velas que harían volar por los cielos.»La esperanza es lo que queda», recordó.
Y por un momento lo vio claro: El mundo estaba cambiando, prometiendo un nuevo arco iris bajo el sol. Tras la tormenta.
Minutos después, sintió que volvía a su cuerpo. Al abrir los ojos, tumbada en el salón de casa volvió a ojear el libro que le regaló el sabio de un templo indio donde esta vez no lo encontró.
Uno lleno de enseñanzas místicas y secretas.
«Para cuando necesites volar», le había dicho.
¿Te ha gustado este viaje a India?