Por: Belén Serrano.
Buenas tardes:
Han pasado más de dos años desde que dio comienzo mi andadura por el mundo, para realizar un proyecto en el que siempre había soñado. Todavía recuerdo como si fuese ayer, el momento en el que empecé a organizar mi primer viaje con destino a India.
La verdad es que tuve mucha suerte de contactar vía internet con la agencia que me proporcionaría todo lo necesario para llevar a cabo mi trabajo, Sociedad Geográfica de las Indias. Qué magnifica decisión tomamos aquel día, porque cuando te embarcas en un viaje a un lugar lejano y desconocido, es de suma importancia tener todo perfectamente organizado y sentirte protegido y amparado.
En este viaje, como en el resto del proyecto, me acompaña mi marido y compañero Miguel, haciendo las tareas de asistente de fotografía, protector y magnífico acompañante. Juntos compartimos no solo mi trabajo, sino también el descubrimiento de nuevas culturas, paisajes y conocimiento de las costumbres gastronómicas de cada lugar.
Sin olvidarnos de la parte más importante de este viaje: atrapar los sueños y las realidades en las que viven las personas a las que les ha tocado vivir la peor parte de la vida, aquellos que por su condición de discapacidad, pobreza o abandono, luchan por sobrevivir en un medio hostil.
Esa cara oculta de la vida que yo me he empeñado en descubrir, para intentar por medio de mis imágenes minimizar el impacto que nos produce cualquier imagen que nos habla de un mundo desconocido y así acercar su diversidad y valorar que no todos tienen la misma suerte que nosotros.
Nuestro viaje comienza el día 1 de febrero de 2010, vía París,en un día tremendamente frío. Tanto es así que nuestro vuelo salió con una hora de retraso debido a la enorme nevada que había en París. El paisaje nevado nos acompañó durante varias horas, creo que hasta nuestra llegada al Mar Negro. Fue todo un espectáculo visual divisar aquel paisaje interminablemente blanco.
Otro de los detalles que me llamó la atención fue el ambiente del avión: lleno de gentes singulares de diversas culturas y razas, pero en su mayoría indios sijs, ataviados con sus coloridos turbantes y sus curiosas y prominentes barbas.
Esto era solo la antesala de lo que vendría después, ya que en cuanto bajamos del avión comienza el verdadero y llamativo ambiente de la Indía, algo realmente peculiar y a su vez fascinante.
Al poco de aterrizar cruzabamos la salida de la terminal cuando divisamos un cartel con nuestro nombre, y sí, allí estaban nuestro chófer y con él, el que sería nuestro guía e interprete en India, una persona sin dobleces, un ser humano excepcional, hoy un buen amigo: Lalit.
Nos recibieron con la calidez de alguien que ya de antemano te aprecia. Sus miradas eran limpias y llenas de ilusión por hacernos felices… Al poco rato llamaba Pablo, director de Sociedad Geográfica de las Indias, como si de un familiar nuestro de tratase, preguntándonos qué tal el viaje, cómo nos habíamos sentido, qué tal nos habían recibido sus gentes…
Ese detalle ya nos dio pie a pensar que había sido un acierto elegirlos a ellos ya que es raro que una agencia se molesta en llamar para comprobar como se encuentran sus clientes. Ese es uno de los muchos detalles que les distinguen de las típicas agencias de viajes, el trato humano y cercano en todo momento.
Podría pasarme horas hablando de aquel maravilloso viaje, pero no es mi intención aburriros con cada detalles, así que intentaré abreviar todo lo posible como fue nuestra estancia en India. A lo largo de los 10 días de recorrido visitamos diversas ciudades y pueblos agrícolas, como Delhi, Jaipur, Kajuraho y Benarés.
Combinamos los trayectos en coche, tren y avión y tuvimos la suerte de hospedarnos en un hotel en Jaipur que era un antiguo palacio ahora reconvertido en hotel, en el que por un momento puedes olvidar en que lugar del mundo te encuentras ya que la atmósfera que le rodeaba era de cuento de las Mil y una Noches.
Gracias a la magnifica colaboración de Lalit, pude adentrarme en un mundo distinto, ver la India verdadera. Y así poder reflejar en mi trabajo la realidad de este hermoso país, visitando una leprosería, un orfanato, un pabellón psiquiátrico y varios colegios de niños con discapacidad visual y auditiva. También pasando el día en una aldea agrícola y compartiendo costumbres con las magníficas gentes que en ella vivían, acercándome a colegios rurales, y un sinfín de experiencias inolvidables.
Allí nació mi proyecto, en parte gracias al entendimiento que tuvimos con Lalit, ya que no era mi intención en ningún momento quedarme con la India de los monumentos, sino la ‘India profunda’. El viaje fue todo un éxito en cuanto a mi trabajo, ya que de allí me traje un excelente reportaje fotográfico de sus gentes.
Uno de los lugares que mas me impresionó fue sin lugar a dudas Benarés, ciudad absolutamente llena de magia con sus rituales sagrados en el Ganges. Gastronómicamente fue todo un descubrimiento de sabores y olores, y si a eso le sumamos que Miguel es cocinero ya podéis imaginar, siempre terminaba metido en las cocinas compartiendo recetas, productos y especias.
La relación con Lalit fue cada día creciendo y se desvivía por complacernos a los dos, siempre dispuesto, día y noche, como ya dije anteriormente una persona excepcional de una calidad humana inigualable. Siempre preocupado por saber cómo nos sentíamos y con un sexto sentido para saber hasta donde podíamos llegar en mi afán de meterme por todos los rincones por duros que resultasen.
Mi agradecimiento mas profundo también para nuestro chófer, fiel compañero de viaje, siempre con una sonrisa en sus labios, a pesar del cansancio que produce conducir en un país en el que reina el caos en cada tramo de carretera, sin hablar de las ciudades, en las que impera la ley del mas fuerte dando igual que tengas o no preferencia.
La verdad es que ha sido una aventura inolvidable. Mi agradecimiento mas profundo a Pablo, director de Sociedad Geográfica de las Indias, por organizarnos este viaje que jamás olvidaremos con tanto cariño y tanto esmero en cada detalle. Y a Lalit Singh por hacernos sentir como en nuestra casa y por ser nuestro ángel de la guarda en todo momento. Y sobre todo por darnos su amistad, el bien más preciado que no se puede comprar.
Belén y Miguel.
*Sociedad Geográfica de las Indias cuenta con la autorización de Belén y Miguel para la publicación de su carta de agradecimiento.
>> Recomendamos visitar el blog de Belén con sus espectaculares fotos:
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