El estado de Gujarat reserva diferentes sorpresas para los amantes de esa India secreta y monumental, siendo el pozo escalonado de Adalaj, en Ahmedabad, el máximo exponente de esplendor histórico.
Escrito por: Alberto Piernas
Qué ver en el pozo escalonado de Adalaj
Una de las señas de identidad de India son los conocidos como «baoris«. Considerados como pozos escalonados, estas estructuras retorcidas, de una sinfonía arquitectónica casi mística a través de sus ejércitos escalones hundidos en la tierra, son famosos por ejemplos como Chand Baori, no lejos de Agra. Uno de los exponentes más universales de estos pozos erigidos en la antigüedad para la recolección de agua de lluvia y celebración de diferentes rituales.
Sin embargo, si nos adentramos en el remoto estado de Gujarat, en el extremo noroeste de India, descubriremos que aquí estos pozos son conocidos como vav («que conduce al nivel del agua»). Basta con acercarse a la ciudad patrimonio de Ahmedabad para descubrir no solo uno de los pozos escalonados más fascinantes del estado, sino posiblemente de India: el pozo escalonado de Adalaj, también conocido como Rudabai Stepwell o Adalaj ni Vav.
Ubicado en la población de Adalaj, a 18 kilómetros de la ciudad de Ahmedabad, el pozo escalonado de Adalaj fue construido por orden de la reina Rudadevi en el año 1498 en memoria de su marido Rana Veer Singh, perteneciente a la dinastía Vaghel y fallecido en la guerra contra los enemigos musulmanes.
Tras su muerte, el líder musulmán, Mohammed Begda, propuso a la reina casarse con él y así evitar que ejecutase el sati (o ritual de suicidio por parte de las viudas en la antigüedad). La reina accedió salvo con una condición: que el propio hombre que acabó con su marido terminase la construcción de su gran obra.
Dividido en cinco pisos diferentes, Adalaj Ni Vav supone todo un deleite para los sentidos a través de sus numerosas esculturas y motivos ornamentales, los cuales combinan elementos de la arquitectura hindu-islámica con parte del simbolismo jaina, religión predominante en el estado de Gujarat. Al entrar, el aroma del incienso y las ofrendas florales se despliegan entre las columnas y miradores de corte islámico, mientras el sonido del agua brota desde algún lugar perdido en la construcción, quizás en la memoria.
De hecho, la quinta planta del complejo es el perfecto mirador desde el que contemplar el agua acumulada, además de poseer una estupenda panorámica de la fantasía geométrica que evoca un complejo cuyo cúlmen supone asomar la cabeza y leer la historia de la luz que eclosiona en su cúpula desnuda.
Un monumento cuyo interior aún exhala los suspiros de otro tiempo. Quizás, los de una reina cuya mejor forma de honrar a un gran amor consistió en completar sus deseos más terrenales.
¿Te gustaría visitar el pozo escalonado de Adalaj durante tu viaje a India?