Dos de las cosas que más caracterizan al arte tibetano son sus colores vivos y su simbolismo budista. Esto mismo ocurre con sus mandalas hechos a base de arena.
Unas obras que sólo se permite crear a los monjes budistas, ya que tienen un fuerte significado religioso. Crear uno ya se considera de por sí algo sagrado.
Escrito por: Andrea Amado Laín
Al principio, los monjes utilizaban piedras preciosas de diferentes colores para la elaboración de estas imágenes, pero, con el paso del tiempo, se empezó a usar arena teñida. Una arena especialmente densa para evitar que las corrientes de aire dañen las obras.
Como ya hemos dicho, sólo los monjes budistas tienen permitido crear mandalas de arena. Pero esos monjes requieren de años de formación y práctica antes de crearlos en público.
Se necesita de una gran habilidad, precisión, paciencia y cooperación para elaborar estas obras de arte. El proceso puede llevar semanas de trabajo en equipo y, en algo tan intrincado como estos mandalas, la buena coordinación es imprescindible.
Al tratarse de una obra sagrada, antes de empezar con el mandala se realiza una ceremonia religiosa, que implica danzas, cantos y rezos. Por desgracia, no se suele permitir la entrada a extranjeros en esta parte, así que habrá que imaginárselo.
Ya realizada la ceremonia inicial, se abren las puertas a todo el público y los monjes comienzan con el mandala.
Los mandalas se trazan siguiendo normas escritas en textos religiosos tibetanos. Cada uno está diseñado para transmitir una lección diferente en relación al universo, la iluminación de la mente, la sabiduría y la impermanencia entre otros temas filosóficos.
Con un trazo previo pintado o grabado en la superficie que se va a usar, se empieza a crear el mandala desde el centro, con un círculo donde se encuentra la esencia de Buda. Albergando este círculo, hay un palacio con cuatro puertas.
Cada una de las puertas representa uno de los cuatro “estados ilimitados” del Budismo: amor, compasión, alegría y ecuanimidad. A su vez, guardando cada puerta, hay uno de los Buda Dhyani, que pueden ser distinguidos por los diferentes gestos de sus manos. Estos budas representan alguna de las cinco cualidades del primer Buda (Adi-Buda), además de uno de los puntos cardinales y uno de los elementos:
- Vairochana: superación de la ignorancia, centro y éter.
- Akshobhya: superación del odio y la ira, Este y agua.
- Ratnasambhava: superación del orgullo, Sur y tierra.
- Amitabha: superación de las pasiones (lujuria y avaricia), Oeste y fuego.
- Amoghasiddhi: superación de la envidia, Norte y aire.
Rodeando el palacio, se trazan varios varios círculos concéntricos, cada uno también con su simbolismo.
Desde el exterior, el primero es el círculo de fuego, que hace referencia a la quema de la ignorancia, un paso que debe darse para llegar a la iluminación.
El siguiente círculo es el de rayos y cetros de diamante, que está ligado al Vajra (término sánscrito para el rayo) y que simboliza la gran dicha, la luminosidad y la indestructibilidad de la verdad última de Buda.
Dentro de estos círculos, figuran ocho cementerios, que representan los ocho aspectos humanos que ligan al ciclo del renacimiento, y, por último, flores de loto, que simbolizan el renacimiento en sí mismo.
Esa es la estructura más común de los mandalas de arena tibetanos, pero su forma puede variar según su tipología.
Estas pueden ser:
- Maha Mandala: este reúne a todas las deidades y toda su simbología. En este mandala se usan los colores amarillo, blanco, rojo, negro y azul cián, que representan los cinco elementos Tierra, Agua, Fuego, Aire y Vacío.
- Samaya Mandala: en él se muestra sólo la simbología de las deidades (como el cetro de rayo o la flor de loto) y un mudra (postura de las manos) según el mensaje que se quiere transmitir.
- Dharma Mandala: también llamado “mandala semilla”, en él figuran mantras escritos en sánscrito entre diferentes formas abstractas. Cuando un budista ve la primera letra que representa a uno de los Buda o Bodhisattva (quienes han embarcado el camino de Buda), venera al mandala y los Buda.
- Karma Mandala: representa los retratos y estatuas de los budas y bodhisattvas, así como las virtudes de las deidades.
Puede que lo que más impresión dé sobre la creación de los mandalas de arena tibetanos es que, tras todo el tiempo y esfuerzo que los monjes dedican a ellos, cuando ya está terminado, lo destruyen. Lo barren con pasadas rápidas. Un gesto que simboliza la impermanencia de las cosas.
En pocas palabras, los mandalas representan la transición del ser humano para llegar a ser Buda.
Después de ver todo lo que implican estos increíbles mandalas de arena, es probable que te hayas quedado con ganas de viajar a Nepal y ver en vivo cómo los monjes crean uno.