Sri Lanka siempre ha sido una isla que ha atraído a navegantes y aventureros conquistados por su exotismo. De hecho, el propio Marco Polo llegó a referirse a ella en uno de sus cuadernos de viaje como «la isla más bonita del mundo»; pero… ¿cómo fueron las aventuras de Marco Polo en Sri Lanka?
Escrito por: Alberto Piernas
Marco Polo: el primer travel blogger de la historia
Hoy día estamos acostumbrados a consultar todas nuestras dudas viajeras a través de un blog escrito por esas personas que, en algún momento, han viajado a algún u otro lugar del mundo. Sin embargo, muchos siglos atrás, apenas se tenía certeza de lo que el hombre podía encontrar al otro lado del mar; en tierras exóticas apenas husmeadas por la incipiente cultura occidental.
Marco Polo, el famoso viajero y comerciante veneciano, fue uno de los primeros que plasmó en un cuaderno los matices e impresiones acerca de sus travesías entre Italia y China. Paisajes, gentes y aromas que durante el siglo XIII el navegante dejaría inmortalizados en El libro de las maravillas, un volumen redactado por Rustichello de Pisa, escritor al que Polo le confesó sus aventuras durante los meses en prisión que compartieron juntos.
Mancillado por un rechazo inicial por parte de quienes tildaban a Marco Polo de «cuentista» y «exagerado», el libro causó un gran impacto en la sociedad europea, llegando a traducirse a diferentes idiomas a pesar de la pérdida del manuscrito original.
Un volumen en el que Polo hablaba de China y la corte de Kublai Khan, emperador para quien realizaba diferentes reportes de los países visitados: de África a Rusia, pasando por Bagdad e India, pero también de Sri Lanka.
Concretamente en los capítulos 173 y 177, el comerciante hace alusión a la antigua Ceilán durante una primera visita en 1284 (la segunda sería en 1293), ambas en representación del Gran Khan. Fue tras varios meses en Sumatra, cuando Marco Polo recaló en una isla a mil millas al oeste de Nicobar:
«Y llegas a la isla de Seilan, la cual es la isla más bonita del mundo en función de su tamaño».
La medición del tamaño de la isla, de 2400 millas, fue resuelto por Marco Polo en función de las anotaciones cartográficas propias y de otros antecesores, aunque él tendía a exagerar las dimensiones.
Además, también añadió que parte de Sri Lanka estaba sumergida, siendo la pequeña isla de Trapobane, en la costa sur, la primera marca de ese otro mundo oculto. Según Marco Polo, también en Trapobane vivían etnias que hablaban dialectos diferentes al resto de la isla, realizando diferentes intercambios comerciales de forma silenciosa con los navegantes extranjeros que se acercaban a Sri Lanka.
«Además, existe un rey llamado Sendemain, adorado por unos habitantes que caminan desnudos, salvo que se cubren el centro del cuerpo», aseguró Marco Polo. «No tienen trigo, pero sí arroz y unas especies de cinamomos, de los que sacan el aceite. Viven de leche y carne y beben aquel vino de palmera del que os he hablado ya.»
El viajero también hizo especial hincapié en los muchos rubís y zafiros que podían encontrarse en la isla (Sri Lanka continúa siendo, de hecho, una de las grandes mecas del mundo para los amantes de las piedras preciosas). Rubís de los cuales el gran Rey de la Isla, conocido como Sendemain, poseía el más grande del mundo. El mismo que el Gran Khan encomendó a Marco Polo comprar a cambio de una ciudad, siendo rechazada la oferta por el rey de forma pacífica. En su lugar, le ofreció a los visitantes un gran cuenco esculpido en diferentes joyas.
Seducido por una magia budista que ya se había apoderado de la isla, Marco Polo penetró en Sri Lanka de forma superficial. Según sus escritos, ya se podían encontrar referencias al famoso diente de Buda que actualmente se esconde en la ciudad de Kandy, ya que Marco Polo hizo alusión a las procesiones que se celebraban bajo la lluvia transportando el preciado canino.
Otra de las atracciones a la que haría referencia sería al Sri Pada, la famosa huella adorada por todos las religiones en la cima de Adam’s Peak. Y aunque Marco Polo nunca llegó a subir la montaña, sí reseñó sus propias conclusiones acerca de los muchos peregrinos que ascendían hasta allí, aludiendo a la tumba de Sagamoni Borcan, un ídolo de las tribus, y la huella de Alá, Adam, Hanuman y Shiva, dioses basados en las diferentes religiones que aún viajan hasta este sagrado lugar del corazón de Sri Lanka.
Los reportes que Marco Polo debía enviarle al Gran Khan se basaban mayormente en analizar los recursos y comportamiento de las gentes de la isla, por lo que su recorrido no fue demasiado extenso. Según las fuentes, recaló en un puerto al sudoeste de Sri Lanka y conoció diferentes pueblos y mercados embriagados de especias, hasta recalar en la antigua capital imperial de Yapahuwa, hoy reducida a ruinas.
Matices que convierten a Marco Polo en el primer referente de viajes a Sri Lanka, esa isla que aún conserva rincones en los que, fácilmente, podríamos perder la noción del tiempo.
En la que encontrar playas y templos dignos de 1284.